El Salvador is drowning in hunger. A basic human need, like adequate food intake to meet our caloric demands, cannot be satisfied by the current neoliberal economic model, which has led millions to suffer from hunger for 35 years—20 years under ARENA, 10 under the FMLN, and 5 under Nuevas Ideas. Over these administrations, the state has adopted a series of economic, social, political, legal, and institutional measures that have benefited a few while condemning millions.
In this regard, there is a close relationship between the empty or half-full stomachs of nearly four million people and the neoliberal model. This perverse, deadly, and immoral relationship has allowed the development of neoliberalism to persist to this day—a hyper-neoliberalism. Without the hunger of all these people, the pockets of a small number of oligarchic families would not be overflowing, and they wouldn’t be what they are today: the economic and political elite of our country.
To understand this, it is necessary to recall all the economic measures imposed since the time of Cristiani with the Structural Adjustment Programs.
Focusing on agriculture, one can identify a liberalization policy comprising four key elements:
1. Deregulation of food prices
2. Opening the economy to foreign markets
3. Privatization of key institutions for agricultural strengthening
4. Finally, the commercialization of land owned by agricultural production cooperatives
These elements continue to burden an already structurally weakened agriculture today, and as a consequence, hunger spreads at a devastating pace.
One of the first measures adopted for the deterioration of agriculture was in 1991 when Cristiani’s government closed the Instituto Regulador de Abastecimiento (IRA), deregulating the food pricing system, especially for basic grains—rice, corn, beans, and sorghum—and dairy products. This meant that food prices fluctuated according to supply and demand, causing farmers to stop receiving guaranteed prices, which were fair for their harvests, and consumers to pay higher prices.
This led to a tendency towards importing agricultural products—opening the economy to foreign markets—since international prices are cheaper than local ones. Thus, El Salvador has signed a series of Free Trade Agreements (FTAs), such as CAFTA-DR, the Central American Common Market, and more recently, one with Colombia for meat importation. These trade instruments, in addition to reducing the competitiveness of local production, gradually eliminate tariffs on basic grains, encouraging imports and discouraging domestic agriculture. This dynamic has enabled the emergence of large companies dedicated to “bringing in” foreign products, such as MOLSA and HARISA.
Furthermore, to establish and develop a neoliberal model that deteriorates agriculture and spreads hunger, public institutions like INAZUCAR, INCAFE, and the Escuela Nacional de Agricultura (ENA) were privatized. The closure and privatization of these institutions allowed small economic groups to establish oligopoly businesses. Such is the case with sugar, whose market is dominated by the Regalado Dueñas and Wright families, who leverage the public institution to protect and increase their profits, as the state established tariff and non-tariff protection mechanisms for sugar importation and seeks foreign business through trade agreements with other countries—a trade agreement with China by Bukele’s government, for instance, stimulating sugar exportation.
Finally, the commercialization of land owned by agricultural production cooperatives lies at the center. During ARENA’s first two governments, the “Ley del Régimen Especial del Dominio de la Tierra Comprendida en la Reforma Agraria” and the “Ley Especial de las Tierras en Propiedad de las Asociaciones Cooperativas Comunales y Comunitarias Campesinas y Beneficiarias de la Reforma Agraria” were enacted. These laws liberalized land, offering the possibility for members to opt for individual (private) ownership and for anyone to buy or lease cooperative lands without restriction.
This process—the commercialization of land—has created fertile conditions for a dynamic of theft and dispossession of lands belonging to agricultural production cooperatives. Unscrupulous families that have fattened their pockets for years at the expense of many lives resurface to seize the few remaining lands from organized peasantry in cooperatives. Such takeovers aim to launch urban development, tourism, or agro-export projects. Examples include the Cooperativas La Labor, Normandía, Bendición de Jacob, and Escuintla.
All these measures adopted, developed, and deepened over 35 years have undoubtedly resulted in structurally weakened peasantry, deteriorated agriculture, and a hungry El Salvador. The assault on local production has increased the cost of the basic food basket to such an extent that, according to the Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO), 14% of the Salvadoran population is in a critical phase of hunger, meaning approximately 907,000 people are on the brink of famine.
The situation tends to worsen under the current government’s management, due to the adoption of regressive and harmful normative instruments and public policies for small and medium producers, especially with the approval of the Ley Integral de Comercialización Agropecuaria (LICA) and the agricultural card; as well as the absence of measures aimed at stimulating local production, reducing inflation in basic grain prices, and guaranteeing land ownership for small and medium producers.
By Alejandro Henríquez
Member of the Movimiento Político Rebelión Verde (ReverdES)
Gato Encerrado: https://gatoencerrado.news/2024/09/03/el-deterioro-de-la-agricultura-y-el-hambre-en-el-salvador/
El deterioro de la agricultura y el hambre en El Salvador
El Salvador se encuentra hundido en el hambre. Una sensación y necesidad tan básica del ser humano, como la ingesta adecuada de alimentos para satisfacer nuestra demanda calórica, no puede ser saciada por el actual modelo económico neoliberal, el cual ha hecho que millones de personas sufran hambre por 35 años —20 años de ARENA, 10 del FMLN y 5 de Nuevas Ideas—. Y es que, a lo largo de estos gobiernos, el Estado ha ido adoptando una serie de medidas económicas, sociales, políticas, jurídicas e institucionales que han beneficiado a unos pocos y han condenado millones.
En este sentido, existe una íntima relación entre el estómago vacío o medio lleno de casi cuatro millones de personas y el modelo neoliberal. Tal relación perversa, mortífera e inmoral ha permitido el desarrollo del neoliberalismo hasta nuestros días —un hiperneoliberalismo —. Sin el hambre de todas estas personas, el bolsillo de las minúsculas familias oligarcas no estaría rebalsando de dinero y no serían lo que son hoy en día: la élite económica y política de nuestro país.
Para entender lo anterior, es necesario recordar todo el paquete de medidas económicas que se han venido imponiendo desde la época de Cristiani con los Programas de Ajuste Estructural.
Enfocándonos en la agricultura es posible identificar una política de liberalización compuesta de cuatro ejes:
1. La desregulación de precios de los alimentos
2. La apertura de la economía al mercado exterior
3. La privatización de instituciones claves para el fortalecimiento de la agricultura
4. Y, por último, la mercantilización de la tierra propiedad de las cooperativas de producción agropecuaria
Estos elementos, hoy día, siguen achacando una agricultura que ya está estructuralmente debilitada y, como consecuencia, proliferan el hambre a un ritmo fulminante.
De las primeras medidas adoptadas para el deterioro de la agricultura, en 1991, el gobierno de Cristiani cerró el Instituto Regulador de Abastecimiento (IRA), desregulando el sistema de precios de los alimentos, especialmente los de granos básicos -arroz, maíz, frijol y sorgo- y de lácteos. Esto hizo que los precios de los alimentos fluctuaran de acuerdo con la regla de la oferta y la demanda; generando que, por un lado, el campesinado dejase de recibir los precios de garantía, que era un precio justo por su cosecha y, del otro, el consumidor los empezó a adquirir a un precio más elevado.
Lo anterior provocó una tendencia hacia las importaciones de productos agrícolas apertura de la economía al mercado exterior-, ya que los precios internacionales resultan más baratos que los locales. Así, El Salvador ha firmado una serie de Tratados de Libre Comercio (TLC), como el CAFTA-DR, el Mercado Común Centroamericano y, de los últimos, uno suscrito con Colombia para la importación de carnes. Estos instrumentos comerciales, además de restarle competitividad a la producción local, desgravan la entrada de granos básicos de manera gradual, lo que incentiva la importación y desincentiva la agricultura nacional. Esta dinámica ha hecho posible el surgimiento de grandes empresas que se dedican a “traer” productos del extranjero, tal como MOLSA y HARISA.
Asimismo, para el establecimiento y desarrollo de un modelo neoliberal que deteriora la agricultura y prolifera el hambre, se privatizaron instituciones públicas como INAZUCAR, INCAFE y la Escuela Nacional de Agricultura (ENA). El cierre y privatización de estas instituciones permitió que pequeños grupos económicos se hiciesen de negocios oligopólicos. Tal es el caso del azúcar, cuyo mercado es dominado por la familia Regalado Dueñas y Wright, quienes se sirven de la institución pública para proteger y aumentar sus ganancias, puesto que el Estado ha establecidos mecanismos de protección arancelarios y no arancelarios a la importación de azúcar y, además, le busca negocio exterior mediante la suscripción de instrumentos comerciales con otros países -firma de TLC con China por parte del gobierno de Bukele, por ejemplo, en el que se estimula la exportación de azúcar-.
Finalmente, yace la mercantilización de la tierra propiedad de las cooperativas de producción agropecuaria. Para ello, en los dos primeros gobiernos de ARENA se emitieron la “Ley del Régimen Especial del Dominio de la Tierra Comprendida en la Reforma Agraria” y la “Ley Especial de las Tierras en Propiedad de las Asociaciones Cooperativas Comunales y Comunitarias Campesinas y Beneficiarias de la Reforma Agraria”. Con ambas leyes se liberalizó la tierra, puesto que ofreció la posibilidad de que los socios optasen por una forma de propiedad individual -privada- y, también, a que cualquier persona pudiese comprar o arrendar las tierras de las cooperativas sin límite alguno.
Lo anterior —la mercantilización de la tierra — ha generado las condiciones fértiles para el desarrollo de una dinámica de robo y despojo de tierras de las cooperativas de producción agropecuaria. Así, familias inescrupulosas que por años han engordado su bolsillo a costa de la vida de miles de personas, refluyen para arrebatar las pocas tierras que aun permanecen en poder del campesinado organizado en cooperativas. Tal adueñamiento se hace con la finalidad de echar andar proyectos urbanísticos, turísticos o agroexportadores. Ejemplos de estos casos son los de las Cooperativas La Labor, Normandía, Bendición de Jacob y Escuintla.
Todas estas medidas adoptadas, desarrolladas y profundizadas durante 35 años, sin duda, han cuajado a un campesinado estructuralmente debilitado, una agricultura deteriorada y un El Salvador con hambre. El acribillamiento a la producción local ha encarecido la canasta básica a una magnitud tal que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 14 % de la población salvadoreña está en una fase crítica de hambre; es decir, que unas 907,000 personas están a unos pasos de entrar en hambruna.
La situación tiende a agravarse con la gestión del gobierno, debido a la adopción de instrumentos normativos y de política pública regresivos y perjudiciales para el pequeño y mediano productor, especialmente con la aprobación de la Ley Integral de Comercialización Agropecuaria (LICA) y la tarjeta agrícola; así como por la ausencia de medidas destinadas a estimular la producción local, a reducir la inflación de los precios de los granos básicos y a garantizar la propiedad de la tierra del pequeño y mediano productor.
Por Alejandro Henríquez
Integrante del Movimiento Político Rebelión Verde (ReverdES)
Gato Encerrado: https://gatoencerrado.news/2024/09/03/el-deterioro-de-la-agricultura-y-el-hambre-en-el-salvador/