The Salvadoran state will only have a 20% stake in the mixed-economy company that will manage the ports of Acajutla and La Unión, assured Federico Anliker, president of the Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA, Autonomous Executive Port Commission), during the program “Frente a Frente.” Consequently, the majority shareholder of the Unión Portuaria del Pacífico will be a foreign company.
“The private participation, in this case from Yilport, is 80%. We, as CEPA, have 20%. Like in any company, when forming the company, contributions can be in kind or cash,” Anliker explained, adding that the institution he represents will contribute through “equipment.”
“With the mixed-economy company, we will always be and continue to be the port operator,” he added.
However, in indicating that CEPA will hold such a low percentage of the shares in Unión Portuaria del Pacífico, Anliker also revealed that this is not entirely true.
According to Guillermo Matamoros, former technical secretary of the Consejo Nacional de Concesiones de Costa Rica (National Concessions Council of Costa Rica), when forming a company, the one with the majority of the shares has more decision-making power within it. A 51% stake would make all the difference, let alone the 80% that the Turkish company Yilport will have.
This unequal relationship has been made possible because Salvadoran law regulating mixed-economy companies allows it, only stipulating that each shareholder will have a director and a third party can be elected through a decision by the shareholders’ assembly as a “whole.”
In this case, there will be a president designated by Yilport, a vice president appointed by CEPA, and a secretary director who will be appointed by both parties.
“Without the majority of shares, they do not have control of the company. They will have access to information, but not control of the company,” Matamoros commented.
Anliker said that, despite this, CEPA retains the power to dissolve the contract if it deems the management “abusive,” effectively admitting that the public entity will have little decision-making power compared to Yilport. Their only way to control it would be by dissolving the company.
According to a port, concession, and public-private partnership expert, choosing the mixed-economy company model is also a mistake, because the state continues to take on the operational risk but only has rights to 20% of the generated profits.
“In a public-private partnership, for example, you give the private entity the rights to exploit a service, and the private entity pays you a lease fee. You step away from the administration of that company and become a controller, a supervisor. The private entity assumes the risk. You receive a lease fee, whether the business works or not,” explains the expert, who requested anonymity for fear of reprisals.
Investment Phases
Anliker assured that the announced investment amount of $1.615 billion will be contributed by Yilport in two phases, the first over five years. For the first phase, he said, $709 million will be allocated. The rest will come in the remaining 45 years.
The first phase will begin at the end of 2024, starting with a $50 million investment in Acajutla. This, Anliker noted, will address urgent needs such as dock area rehabilitations and “other identified needs.”
The remaining $659 million will be executed over the five-year period. The planned projects include building a new dock and container yard in Acajutla and acquiring machinery for both ports. According to Anliker, the projection is to triple Acajutla’s capacity.
One of the most complex points is getting the La Unión Port operational, which as of 2024 has only received 10 ships. This infrastructure is the shared failure of several administrations in El Salvador. Its activity is so scarce that a ship, part of Alba Petróleos de El Salvador’s circle, stayed anchored at its dock for several months without causing significant issues.
The Bukele administration also failed to make it useful. They attempted with the ferry project between El Salvador and Costa Rica, but a combination of factors—including inadequate project socialization—led the operating company to shut down.
According to Anliker, $75 million from the first phase ($709 million) will be allocated to reactivating the La Unión port, with one of the most urgent works being the dredging of the port. This has been one of its main issues: sediment accumulation in its access channel, which requires regular removal. In 2014, its cost was estimated at $15 million.
CEPA Employees’ Situation
One of the questions that arose after Bukele’s announcement is what will happen to the workforce currently employed at both ports. “Everything discussed in the prior negotiations, because this has been a two-year job, is about respecting our workers,” said Anliker.
“Like any private company, this is done in the Canal, it’s done everywhere. Obviously, there are evaluations, a transition period where good workers will be evaluated and will have priority, like any company,” he added.
Thus, Anliker hinted that the final decision will rest with Yilport, as with most decisions made in the mixed-economy company, where CEPA is the minority partner.
CEPA controlará solo el 20% en la empresa que operará los puertos
El Estado salvadoreño solo tendrá el 20 % de la participación accionaria de la empresa de economía mixta que manejará los puertos de Acajutla y La Unión, aseguró Federico Anliker, presidente de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA), durante el programa “Frente a Frente”. Por tanto, el accionista mayoritario de la Unión Portuaria del Pacífico será una empresa extranjera.
“La participación del privado, en este caso de Yilport, es del 80 %. Nosotros, como CEPA, tenemos el 20 %. Como en cualquier sociedad, al formar la sociedad, hay que poner en especie o en dinero”, dijo Anliker, para añadir que el aporte de la institución que representa es mediante “equipo”.
“Con la sociedad de economía mixta nosotros siempre somos y seguiremos siendo el operador portuario”, agregó.
Sin embargo, al indicar que CEPA se quedará con un porcentaje tan bajo de las acciones de la Unión Portuaria del Pacífico, Anliker reveló que esto no es verdad.
Según Guillermo Matamoros, exsecretario técnico del Consejo Nacional de Concesiones de Costa Rica, cuando se conforma una empresa, tiene más poder de decisión dentro de esta quien cuenta con la mayoría de las acciones. Un 51 % haría toda la diferencia, ni hablar del 80 % que tendrá la empresa turca Yilport.
Esta desigual relación ha sido posible porque así lo faculta la ley salvadoreña que regula a las empresas de economía mixta, que solo deja claro que cada participante accionario contará con un director y se podrá elegir a un tercero a través de una decisión de la asamblea de accionistas como “un todo”.
En este caso, habrá un presidente designado por Yilport, un vicepresidente nombrado por CEPA y un director secretario que será designado por las dos partes.
“Sin la mayor parte de acciones, no tienen el control de la sociedad. Tendrán acceso a información, pero no al control de la sociedad”, comenta Matamoros.
Anliker dijo que, sin embargo, CEPA se ha quedado con la facultad de disolver el contrato si le parece que el manejo es “abusivo”, por lo que, de manera tácita, admite que poco margen de decisión tendrá la entidad pública frente a Yilport. No tendrá otra manera de controlarlo más que disolver la sociedad.
Para un experto en el tema portuario, de concesiones y de asocios público-privado, la decisión de elegir la figura de la empresa de economía mixta también es un error, porque el Estado sigue asumiendo el riesgo de la operación, pero con el derecho de solo el 20 % de las utilidades que se generen.
“En el asocio público-privado, por ejemplo, usted le cede al privado la explotación de un servicio y el privado le paga un canon de arrendamiento. Usted se aparta, por tanto, de la administración de esa sociedad, y se vuelve un controlador, un supervisor. El riesgo lo toma el privado. Usted recibe un canon de arrendamiento, funcione o no el negocio”, comenta el experto, quien solicitó no revelar su identidad por temor a represalias.
Las fases de la inversión
Anliker aseguró que el monto anunciado de la inversión de $1,615 millones será aportado por Yilport en dos fases, la primera de ellas en cinco años. Para esta, dijo, se destinarán $709 millones. El resto llegaría en los 45 años restantes.
La primera fase iniciará su ejecución al cierre de 2024, con la inversión de $50 millones en Acajutla. Con esto, apuntó Anliker, se atenderán necesidades urgentes, como rehabilitaciones de la zona de atraque y “otras necesidades que se identifiquen”.
Los restantes $659 millones se ejecutarán a lo largo del quinquenio. Entre las obras a realizar estará la construcción de un nuevo muelle y patio de contenedores en Acajutla, así como adquisición de maquinaria para ambos puertos. Según Anliker, la proyección es que se triplique la capacidad de Acajutla.
Uno de los puntos más complejos es el de poner a andar al Puerto de La Unión, que en lo que va de 2024 solo ha recibido a 10 buques. Esta infraestructura es el fracaso compartido de varias administraciones en El Salvador. Su movimiento es tan escaso que un barco, perteneciente al círculo de Alba Petróleos de El Salvador, pudo permanecer anclado a su muelle durante varios meses sin causar mayores perjuicios.
Tampoco la gestión de Bukele pudo encontrarle alguna utilidad. Lo intentó con el proyecto del ferry entre El Salvador y Costa Rica. Sin embargo, un coctel de ingredientes, entre los que se encontraba una ineficiente socialización del proyecto, provocaron que la empresa que lo operaba cerrara la operación.
Según Anliker, en la primera fase (la de los $709 millones) de destinarán $75 millones para reactivar el puerto de La Unión, donde una de las obras más urgentes será el dragado del mismo. Este ha sido uno de sus principales problemas: el azolve (acumulación de sedimentos) en su canal de acceso. Para que sea funcional, requiere que se retire con regularidad. Para 2014, su costo se calculó en $15 millones.
La situación de los empleados de CEPA
Una de las preguntas que ha surgido tras el anuncio de Bukele es lo que sucederá con la planta de trabajadores que actualmente laboran en ambos puertos. “Todo lo que se ha hablado sobre las negociaciones previas, porque este es un trabajo de dos años, es de respetar a nuestros trabajadores”, dijo Anliker.
“Cómo cualquier empresa privada, aquí lo hacen en el Canal, lo hacen en cualquier lado, obviamente hay evaluaciones, hay un periodo de transición donde se van a evaluar los buenos trabajadores, que van a tener prioridad, como cualquier empresa”, matizó.
Anliker, por tanto, dejó entrever que la decisión final quedará en manos de Yilport, como la mayoría que se tomen en la sociedad de economía mixta, de la que CEPA es el socio minoritario.