Nayib Bukele’s proposal to eliminate tariffs for 10 years on food products (116, he said) will further stimulate the import of these goods into El Salvador, potentially affecting local agricultural production, especially corn, experts maintain. Nayib Bukele’s government has recorded worse agricultural production figures than his two predecessors. Consequently, the basic food basket has increased during his administration (26.8%) by more than double the previous two combined.
The measure proposed by Bukele is not novel in itself, as the Temporary Law to Combat Inflation of Basic Product Prices has been in effect since March 2022, removing Import Customs Duties (DAI) on over 30 listed food items. What changes is the timeframe, an entire decade.
“In the short term, it will have no effect. What it will have, in the long term, is certainty that it will be cheaper to bring in imported products if those from abroad have more competitive prices, as is the case… the advantage (for importers) will be given for 10 sustained years,” says economist Rafael Lemus.
As a result, he adds, the decision will affect local agricultural producers, who will find it even more difficult to make their activities profitable.
Inefficient Measure
Official data shows that removing tariffs has not been able to stop the price escalation. Since October 2021, five months before the ruling to eliminate them for the first time was approved, annual food inflation has always been higher than that of other products, according to Central Reserve Bank (BCR) figures.
The highest point of this trend occurred in August 2022 (five months after the elimination of tariffs), when food inflation was 14.5%, almost seven percentage points higher than the overall figure (7.66%). You can see the behavior of this indicator in the graph.
“What Bukele proposes is just advertising… we always say the problem with prices will not be solved with decrees, but with prolonged support for local producers,” says Luis Treminio, president of the CAMPO trade association.
Economist Carlos Acevedo stated in a March interview that food prices “will not decrease” even though the decree is extended and indicated that the government “can do very little” to encourage a reduction. He suggested that eliminating the value-added tax (IVA) on food could have an impact on prices, although this would create “a fiscal hole” for the Ministry of Finance.
Blow to Salvadoran Corn
The elimination of tariff charges is particularly problematic for corn. In the free trade agreements El Salvador has signed, it is stipulated that the DAI will not be charged (partially or completely) if the product comes from a country with which we have an agreement.
However, corn was protected: it was the only item for which the tariff continued to be charged regardless of its origin. The objective was for local farmers to have greater incentives to plant, as importing might not be as attractive if they had to pay a tax. That changed in March 2022: the transitional law did include it.
El Diario de Hoy analyzed corn price trends from August 2021, seven months before the elimination of tariffs, to December 2023, the latest period for which the Ministry of Agriculture and Livestock (MAG) has published data. To do this, they compared the average monthly price paid to import a quintal (derived from BCR data) with the same measure in a Salvadoran market, sourced from MAG’s “Monthly Price Report.”
The result indicates that the gap between both prices widened when the measure came into effect, which can be interpreted as the savings from not paying the tariff not being passed on to the final consumer, but to the importer. You can see this in detail in the graph.
Before the tariffs were removed, for example, this difference was between $3.70 and $6.20. After the measure was approved, the figure fluctuated between a minimum of $8.70 (March 2022) and a maximum of $16.58 (October 2023). This will now remain in place for at least the next 10 years.
In El Salvador, importing corn is an attractive business, as it is acquired at very low prices in markets where production is subsidized, such as the United States. It’s no surprise that, in 2023, El Salvador was the third-largest per capita corn importer from the North American giant worldwide.
It is much cheaper to import a quintal of corn than to produce it: buying it in the United States and bringing it to El Salvador costs around $11 each. With all associated costs, producing 100 pounds of grain has a variable cost for Salvadoran farmers. This depends on how much they can produce per acre, but under the best conditions, it is around $20, according to Carlos Rodriguez, coordinator of the National Agrarian Front, which brings together eight peasant organizations in El Salvador.
Luis Treminio, president of CAMPO, claims that his trade association views the measure with concern, and some, who have not yet done so, are considering not planting, as in the case of the eastern part of the country. The biggest fear is that the government will dictate a selling price that does not cover costs.
“In those conditions, it’s better not to plant,” says Treminio.
Eliminar aranceles por 10 años golpeará la producción local, sobre todo en maíz, dicen expertos
La propuesta de Nayib Bukele para eliminar por 10 años los aranceles a productos alimenticios (116, dijo él) estimulará todavía más la importación de estos a El Salvador, por lo que podría afectar la producción agropecuaria local, sobre todo en el maíz, sostienen expertos. El Gobierno de Nayib Bukele registró peores números en producción agropecuaria que sus dos predecesores. De allí que la canasta básica haya subido en su gestión (26.8 %) más del doble que en las dos anteriores juntas.
La medida planteada por Bukele no es novedosa por sí misma, pues desde marzo de 2022 está vigente la Ley Transitoria de Combate a la Inflación de Precios de Productos Básicos, que quita los Derechos Arancelarios a la Importación (DAI) a más de 30 alimentos enlistados. Lo que cambia es el plazo, toda una década.
“En el corto plazo, no va a tener ningún efecto. Lo que sí va a tener, en el largo plazo, es una certidumbre de que va a ser más barato traer productos importados si los de afuera tienen precios más competitivos, como es la realidad… la ventaja (a los importadores) se las va a dar por 10 años de manera sostenida”, dice el economista Rafael Lemus.
Por tanto, añade, la decisión afectará a los productores agropecuarios locales, que verán todavía más complicado que su actividad sea rentable.
Medida ineficiente
Los datos oficiales demuestran que eliminar los aranceles no ha podido parar la escalada de precios. Desde octubre de 2021, cinco meses antes de que se aprobara el dictamen para suprimirlos por primera vez, la inflación interanual de los alimentos ha sido siempre superior a la de los demás productos, según los números del Banco Central de Reserva (BCR).
El punto más alto de esta tendencia ocurrió en agosto de 2022 (cinco meses después de eliminados los aranceles), cuando la inflación de los alimentos fue de 14.5 %, casi siete puntos porcentuales más alta que la general (7.66 %). Puede ver el comportamiento de este indicador en la gráfica.
“Esto que propone Bukele es solo publicidad… siempre decimos que el problema de los precios no se arreglará con decretos, sino con un apoyo prolongado al productor local”, comenta Luis Treminio, presidente de la gremial CAMPO.
El economista Carlos Acevedo aseguró en una entrevista de marzo que el precio de los alimentos “ya no baja” a pesar de que se prorrogue el decreto e indicó que el gobierno “puede hacer muy poco” por impulsar una reducción. Indicó que eliminar el impuesto al valor agregado (IVA) de los alimentos podría tener un impacto en su precio, aunque esto último generaría “un hoyo fiscal” para el Ministerio de Hacienda.
Golpe al maíz salvadoreño
Eliminar el cobro de los aranceles es especialmente complicado en el caso del maíz. En los tratados de libre comercio que ha suscrito El Salvador se establece que no se cobrará el DAI (parcial o completamente) si el producto proviene de algún país con el que el nuestro tiene convenio.
Pero el maíz estaba protegido: era el único para el que se seguía cobrando el arancel fuera cual fuera su origen. El objetivo era que los agricultores locales tuvieran mayores incentivos para sembrar, pues es posible que la importación no le resultara tan atractiva a alguien si debía pagar un impuesto. Eso cambió en marzo de 2022: la ley transitoria sí lo incluyó.
El Diario de Hoy analizó el comportamiento de los precios del maíz desde agosto de 2021, siete meses antes de la eliminación de los aranceles, hasta diciembre de 2023, último periodo para el que el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) ha publicado datos. Para ello, comparó el precio promedio mensual pagado para importar un quintal (obtenido de los datos del BCR) con el de la misma medida en un mercado salvadoreño, obtenido del “Informe mensual de precios” del MAG.
El resultado indica que la brecha entre ambos precios se amplió cuando entró en vigencia la medida, lo que puede traducirse en que el ahorro de ya no pagar el arancel no se trasladó al consumidor final, sino al importador. Puede verlo con detalle en la gráfica.
Antes de que se quitaran los aranceles, por ejemplo, esta diferencia se colocaba entre los $3.70 y los $6.20. Después de que se aprobó la medida, este número osciló entre un mínimo de $8.70 (marzo de 2022) y un máximo de $16.58, registrado en octubre de 2023. Ahora, esto se mantendrá al menos por los siguientes 10 años.
En El Salvador, importar maíz es un negocio apetecible, pues se adquiere a bajísimos precios en mercados donde la producción es subsidiada. Ese es el caso de Estados Unidos. No extraña que, por eso, el nuestro haya sido, en 2023, el tercer país que más importó maíz per cápita desde el gigante norteamericano en todo el mundo.
Es mucho más barato importar un quintal de maíz que producirlo: comprarlo en Estados Unidos y traerlo a El Salvador sale en unos $11 por cada uno. Con todos los costos asociados, producir las 100 libras del grano tiene un costo variable para el agricultor salvadoreño. Depende de cuánto pueda producir por manzana, pero, en las mejores condiciones, es de alrededor de $20, según Carlos Rodríguez, coordinador del Frente Nacional Agrario, que aglutina a 8 organizaciones campesinas en El Salvador.
Luis Treminio, presidente de CAMPO, afirma que su gremio mira con preocupación la medida y algunos, los que todavía no lo han hecho, están pensando en no sembrar, como en el caso del oriente del país. El peor miedo es que, desde el Gobierno, se dicte un precio al que deban vender que no alcance a cubrir los costos.
“En esas condiciones, es mejor no sembrar”, dice Treminio.