The pension reform removed the responsibility of the Pension Fund Administrators (AFPs) to contract, with the amount of their commission, an insurance to cover Disability and Survivorship pensions. This decision could quickly destabilize the Pension Fund, particularly the Solidarity Guarantee Account (CGS), which would enter a deficit by 2026.
Under the previous law, if a worker became disabled and unable to continue working, the insurance paid by the AFPs covered their disability pension until the contributor reached retirement age. Thus, until then, the money in their individual account was not touched. The same was true when a contributor died, as it covered the survivors’ pension for their beneficiaries until the date the deceased would have reached retirement age.
The reform removed the requirement for AFPs to contract insurance but did not assign it to any other entity. And all indications are that the State is not taking charge either.
Under the current law, payments of disability and survivorship pensions, and other refunds, are financed through the individual savings account of each contributor and, once exhausted, are financed with the Solidarity Guarantee Account.
On the other hand, according to article 120 of the same law, the system will have the payment guarantee from the Salvadoran Institute of Pensions (ISP) and, if this is insufficient, the State will be the last guarantor.
“The risk of insurance will be assumed by the Solidarity Guarantee Fund,” said then Finance Minister Alejandro Zelaya when he presented the initiative to the Legislative Assembly in November 2022.
Zelaya, now director for El Salvador at the Central American Bank for Economic Integration (BCIE), stated in a subsequent television interview that the measure of removing the responsibility of paying insurance from the AFPs was taken “to hit the business” of these companies, so that “they don’t make business with subsidiary or related companies, buying insurance from them.”
Who takes charge?
But the State is not currently paying for this insurance. No legislation related to the reform establishes which public institution will manage the CGS funds to be used to pay these premiums. It is not a small amount: In 2022, both AFPs allocated $82.27 million for insurance.
Researcher Sara Hércules points out that, for example, the ISP could not be in charge, as it does not have the power to manage funds, unlike the AFPs. And at least in 2023, the ISP did not have a budget allocated for this purpose.
El Diario de Hoy asked both AFPs for their position on the matter through their Communications teams, as well as the ISP and the Ministry of Finance, but they did not respond.
Supporting the fact that the State is not allocating funds for insurance is a study published by risk assessment agency Fitch Ratings, which states that the reform constitutes a genuine crisis for the insurance sector.
“Fitch estimates that, following the elimination of the mandatory contracting of disability and survivorship insurance, the industry will experience a reduction in premiums associated with such insurance over the next few years, with a greater impact in 2023, when a drop of almost 90% in pension sector premiums is expected. This would represent a reduction of approximately 6% in the industry’s total premium production, contrary to the growth projected by Fitch prior to the reform of 8%,” the agency indicated.
Researcher Sara Hércules believes that this removal from the law suddenly leaves all contributors unprotected.
“To access a pension, one must meet certain requirements. The objective (of this type of insurance) is to address scenarios in which one can no longer contribute. Insurance is protection for the person who contributes,” Hércules comments.
The Insufficiency of the CGS
According to Hércules and Patricio Pineda from the Roundtable for a Decent Pension, in El Salvador’s pension system there is a kind of expectation that can never be fulfilled: to think that it is based on individual savings.
This is because, due to its flaws, it is designed so that all pensions come to depend on a redistributive system, which in El Salvador is represented by the Solidarity Guarantee Account created in the 2017 reform, to which each active worker contributes 6% of their salary.
If a worker retires after fulfilling all the requirements (years of contributions, for example), due to the low profitability of the pension system, their individual account will only be sufficient to cover about 12 years, after which they will depend on the CGS.
The CGS’s life expectancy is not very long either, as shown by the “Report on the actuarial valuation of the Pension Savings System with projections from January 2019,” from the Financial System Superintendency (SSF), which concludes that the Solidarity Guarantee Account would begin to show a deficit (expenses greater than income) from 2026, when $42.08 million will be needed to cover it.
Because the pension reform established an increase in the contribution to the CGS of only one percentage point, leaving it at 6% of the salary, this is insufficient even for the overall increase in retirements, which was 30%. Added to this is the burden of disability and survivorship pensions no longer covered by insurance and no longer paid by contributors’ individual accounts.
“It’s brutal for the CGS because there hasn’t been an external source feeding this increase or the other obligations now charged to it. I think the deficit will start sooner than expected, and they’ll have to make another reform, possibly aimed at raising the retirement age,” concludes Patricio Pineda.
Fondo de Pensiones se desfinancia tras eliminación de seguros
La reforma de pensiones le quitó a las AFP la responsabilidad de contratar, con el monto de su comisión, un seguro para cubrir las pensiones de Invalidez y Sobrevivencia. Esta decisión podría desfinanciar el Fondo de Pensiones con velocidad, sobre todo la Cuenta de Garantía Solidaria (CGS), que entraría en déficit en 2026.
Con la anterior ley, en el caso de que un trabajador quedara incapacitado para seguir laborando, el seguro pagado por las AFP cubría su pensión de invalidez hasta que el cotizante tuviera la edad de retiro. Así, hasta entonces, no se tocaba el dinero de su cuenta individual. Lo mismo ocurría cuando un cotizante fallecía, pues cubría la pensión de sobrevivencia de sus beneficiarios hasta la fecha en la que la persona habría cumplido la edad de jubilación.
La reforma le retiró la obligatoriedad a las AFP de contratar un seguro, pero no se la asignó a ninguna otra entidad. Y todo indica que el Estado tampoco se está haciendo cargo.
Con la actual ley, el pago de las pensiones por invalidez y sobrevivencia y otras devoluciones es financiado por medio de la cuenta individual de ahorro de cada cotizante y, al agotarse, se financia con la Cuenta de Garantía Solidaria.
Por otro lado, según el artículo 120 de la misma ley, el sistema contará con la garantía de pago del Instituto Salvadoreño de Pensiones (ISP) y, en caso de resultar insuficiente, el Estado será el último garante.
“La siniestralidad del seguro será asumida por el Fondo de Garantía Solidaria”, dijo el ministro de Hacienda de ese entonces, Alejandro Zelaya, cuando llegó a presentar la iniciativa a la Asamblea Legislativa, en noviembre de 2022.
Zelaya, actual director por El Salvador ante el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) afirmó, en una entrevista televisiva posterior, que la medida de quitarle la responsabilidad de pagar el seguro a las AFP se tomó “para golpear el negocio” de estas empresas, para que “no hagan negocios con empresas subsidiarias o con las que están relacionadas, comprando a estas los seguros”.
¿Quién se hace cargo?
Pero el Estado no está pagando este seguro actualmente. En ninguna legislación relacionada con la reforma se establece qué institución pública gestionará los fondos de la CGS con los que se pagarían esas primas. No se trata de un monto menor: en 2022, entre ambas AFP destinaron $82.27 millones para los seguros.
La investigadora Sara Hércules señala que, por ejemplo, el ISP no podría ser el encargado, pues este no tiene facultades para la gestión de fondos, como sí la poseen las AFP. Y, al menos en 2023, el ISP no tuvo destinada una partida presupuestaria para este fin.
El Diario de Hoy solicitó a ambas AFP su postura sobre el asunto, a través de sus equipos de Comunicaciones, al igual que se preguntó al ISP y al Ministerio de Hacienda, pero no respondieron.
Que desde el Estado no se están destinando fondos para los seguros también lo apoya un estudio publicado por la agencia evaluadora de riesgo Fitch Ratings, en el que establece que la reforma constituye una verdadera crisis para el sector de seguros.
“Fitch estima que, tras la eliminación de la obligatoriedad de la contratación del seguro de invalidez y sobrevivencia, la industria experimentará una reducción en las primas asociadas a dicho seguro en el transcurso de los próximos años, con mayor impacto en 2023, año en que se estima una caída de casi 90% en las primas del ramo previsional. Esto supondría una reducción de aproximadamente 6% en la producción total de primas de la industria, contrario al crecimiento proyectado por Fitch previo a la reforma de 8%”, indicó la agencia.
Para la investigadora Sara Hércules, que esto se haya retirado de la ley deja, de golpe, en la indefensión a todos los cotizantes.
“Para acceder a una pensión, uno debe cumplir con algunos requisitos. El objetivo (de este tipo de seguros) es atender a los escenarios en los cuales no se puede seguir cotizando. El seguro es una protección para la persona que cotiza”, comenta Hércules.
La insuficiencia de la CGS
Para Hércules y Patricio Pineda, de la Mesa de Trabajo por una Pensión Digna, en el sistema de pensiones de El Salvador hay una especie de expectativa que nunca se puede cumplir: pensar que está basado en el ahorro individual.
Esto es porque, debido a sus falencias, está hecho para que todas las pensiones lleguen a depender de un sistema de reparto, que en el caso de El Salvador está representado por la Cuenta de Garantía Solidaria, creada en la reforma de 2017, a la que cada trabajador en activo aporta el 6 % de su salario.
Si un trabajador se jubila cumpliendo todos los requisitos (años de trabajo cotizados, por ejemplo), debido a la baja rentabilidad que procura el sistema de pensiones, su cuenta individual solo le servirá para cubrir en torno a 12 años, por lo que luego pasará a depender de la CGS.
Esta tampoco tiene una esperanza de vida demasiado alta, como lo demuestra el “Informe sobre la valuación actuarial del Sistema de Ahorro para Pensiones con proyecciones a partir de enero de 2019”, de la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF), que concluye que la Cuenta de Garantía Solidaria comenzaría a presentar un déficit (gastos mayores a los ingresos) a partir de 2026, cuando harían falta $42.08 millones para cubrir lo necesario.
Debido a que la reforma de pensiones estableció un incremento al aporte para la CGS de solo un punto porcentual, dejándolo en 6 % del sueldo, esto es insuficiente incluso para el aumento general de las jubilaciones, que fue del 30 %. A esto se suma el peso de las pensiones por invalidez y sobrevivencia que ya no son cubiertas por el seguro y que ya no alcanzan a pagar las cuentas individuales de los cotizantes.
“Es brutal para la CGS, porque no ha habido una fuente externa que alimente ese aumento ni las otras obligaciones que ahora se le cargan. Creo que el déficit comenzará antes de lo esperado y tendrán que hacer otra reforma, posiblemente destinada a aumentar la edad de jubilación”, concluye Patricio Pineda.