Writer Horacio Castellanos Moya has not returned to El Salvador for four years. First, it was the pandemic, and then the declaration of the state of exception in 2022 because “without constitutional guarantees, it’s not a good idea to visit the country.”
A nation governed by the popular Nayib Bukele where “levels of violence only recycle,” with accusations now of abuses by security forces.
“The problem with El Salvador is that the violence never ends; the issue of public security has been resolved in terms of gangs, but El Salvador went from the Army’s violence to the civil war’s violence of two opposing armies; from this violence, it went to the gang violence and now from gang violence, the wheel of the bike turns again to the violence of state repression forces, security forces, so the levels of violence only recycle,” the writer affirmed during an interview with EFE in Panama City.
Exile
For the writer, there have been several reasons throughout his life that forced him to leave El Salvador, from the civil war between guerrillas and the Army, which led him to exile between 1981 and 1991, to the publication almost 30 years ago of ‘El asco, Thomas Bernhard en San Salvador,’ a book that triggered numerous threats as it was “the last straw” of a long-standing tension.
That text “came about from intoxication with readings of Thomas Bernhard,” Austrian author of ‘The Loser,’ which has a “very sticky” tone, so he decided to do this “imitation exercise” to free himself “from that voice” that was “ringing in his head.”
Maintaining that cynical and pessimistic tone of someone disillusioned with life, the protagonist, a Salvadoran exile in Canada who returns to his country after his mother’s death, tells a certain Moya everything he hates about El Salvador: from the Army, the guerrillas, the Church or politicians, to Pilsener beer and pupusas, the national dish.
So that biting criticism proved to be the “end” of a situation that had already kept him opposed to the country’s elite as the director of the first post-war newspaper, Primera Plana, in which he “investigated the situation in the transition,” garnering “enmities on both the right and the left.”
This exile, self-imposed or forced, has led him to live in several countries until settling in the United States, where he teaches at the University of Iowa. In 2020, when he wanted to visit El Salvador, he was surprised by the cancellation of his flight due to the outbreak of the COVID-19 pandemic.
“And after the pandemic came the state of emergency, and with a state of emergency without constitutional guarantees, it’s not a good idea to visit the country,” he admitted.
That state of exception was approved in March 2022 by the Legislative Assembly as a temporary measure after the murder of more than 80 people in a weekend, but it has been renewed periodically.
The measure has gained President Nayib Bukele great popularity, having reduced gang violence in El Salvador to a minimum, but it has been pointed out for human rights violations.
Nayib Bukele, Literary Character
Asked if he would turn Bukele into another of his literary characters or into the context surrounding some of his plots, Castellanos Moya said no because “literature has different times,” having “approached” in his latest novel, with ‘El hombre amansado,’ up until 2011.
“So I don’t think I’m going to write about that; life won’t be long enough for that. If it were, I would write it, but I also don’t have first-hand experiences because (…) I haven’t been there for four years,” he explained.
Castellanos Moya admits he doesn’t have a clear opinion on Bukele, only what he hears from people. “He’s very successful, isn’t he?” A ruler who has become a reference for the population and political elites, “all the hard right in Latin America talk about the Bukele model,” but he doesn’t believe “it works for anyone else.”
And then there are allegations of human rights violations.
“Look, El Salvador is a country that in the 20th century had a dictatorship for over 13 years; that is, there is also a repetition… it’s very interesting this thing that countries don’t seem to learn, perhaps due to a lack of historical memory,” says Castellanos Moya in relation to this “vicious circle.”
According to the writer, the dictatorship of General Maximiliano Hernández Martínez “arises from a great massacre of communist peasants” in 1932 when “urban populations feared these rural hordes, so it is said that the Army killed 30,000 peasants of that time, almost all indigenous.”
“And from that violent and extermination event, General Martínez’s dictatorship of 13 years is consolidated, and he is re-elected twice,” a re-election that in El Salvador, prohibited by the Constitution, had only been obtained by this General and now Bukele, with his electoral victory last February.
“So now the same model takes place, that is, this president defeats the gangs with a resounding triumph, is re-elected and will surely be re-elected once more because he also has the sympathy of the people, if not all, enough voters to do what he wants,” he concluded.
En El Salvador “los niveles de violencia solo se reciclan”, según escritor salvadoreño Horacio Castellanos
El escritor Horacio Castellanos Moya hace cuatro años que no regresa a El Salvador. Primero se lo impidió la pandemia y luego la declaración en 2022 del estado de excepción porque, “sin garantías constitucionales, no es una buena idea visitar el país”.
Una nación gobernada por el popular Nayib Bukele donde “los niveles de violencia solo se reciclan”, con acusaciones ahora de abusos de las fuerzas de seguridad.
“El problema de El Salvador es que la violencia no termina, se ha resuelto el problema de la seguridad pública en función de las maras, pero El Salvador pasó de la violencia del Ejército, a una violencia de la guerra civil de dos ejércitos enfrentados, de esa violencia pasó a la violencia de las maras y ahora de la violencia de las maras vuelve la rueda de la bicicleta, a la violencia de los cuerpos estatales de represión, cuerpos de seguridad, entonces los niveles de violencia solo se reciclan”, afirmó el escritor durante una entrevista a EFE en Ciudad de Panamá.
Castellanos Moya, autor de novelas como ‘Insensatez’ o ‘El arma en el hombre’, en las que está “pateando siempre la puerta a la historia” de El Salvador, donde se crió, aunque nació en Honduras en 1957, se encuentra en Panamá como uno de los principales ponentes de Centroamérica Cuenta, el mayor festival literario de la región.
El exilio
Para el escritor han sido varios los motivos durante su vida que le obligaron a abandonar El Salvador, desde la guerra civil que enfrentó a la guerrilla y al Ejército, que le empujó a exiliarse entre 1981 y 1991, a la publicación hace casi 30 años de ‘El asco, Thomas Bernhard en San Salvador’, un libro que desencadenó numerosas amenazas al suponer “la gota que derramó el vaso” de una tensión que venía de lejos.
Ese texto “surgió a partir de una intoxicación de lecturas de Thomas Bernhard”, el autor austríaco de ‘El malogrado’, que posee un tono “muy pegajoso”, por lo que decidió realizar este “ejercicio de imitación” para liberarse “de esa voz” que le “estaba sonando en la cabeza”.
Manteniendo ese tono cínico y pesimista de un desencantado con la vida, el protagonista, un salvadoreño exiliado en Canadá que regresa a su país tras la muerte de su madre, le narra a un tal Moya todo lo que odia de El Salvador: desde el Ejército, la guerrilla, la Iglesia o los políticos, hasta la cerveza Pílsener o las pupusas, el plato nacional.
Así que esa crítica mordaz supuso el “acabose” de una situación que le había mantenido ya enfrentado a la élite del país como director del primer periódico de posguerra, Primera Plana, en el que “investigaba la situación en la transición”, granjeándose “enemistades tanto en la derecha como en la izquierda”.
Este exilio, autoimpuesto o forzado, le ha llevado a vivir en varios países hasta instalarse en Estados Unidos, donde imparte clases en la Universidad de Iowa. En 2020, cuando quiso visitar El Salvador, le sorprendió la cancelación de su vuelo por el estallido de la pandemia de la covid-19.
“Y después de la pandemia vino el estado de emergencia, y ya con un estado de emergencia sin garantías constitucionales, pues no es una buena idea visitar el país”, reconoció.
Ese régimen de excepción fue aprobado en marzo de 2022 por la Asamblea Legislativa como una medida momentánea tras el asesinato de más de 80 personas en un fin de semana, pero se ha ido renovando de manera periódica.
La medida ha granjeado una gran popularidad al presidente Nayib Bukele, al haber reducido a mínimos la violencia de las maras o pandillas en El Salvador, pero es señalada por la violación de derechos humanos.
Nayib Bukele, personaje literario
Preguntado si convertiría a Bukele en otro de sus personajes literarios, o en el contexto que envolvería alguna de sus tramas, Castellanos Moya dijo que no, porque “la literatura tiene otros tiempos”, habiéndose “acercado” en su última novela, con ‘El hombre amansado’, hasta 2011.
“Entonces no creo que escriba sobre eso, no me va a dar la vida para eso. Si me diera lo escribiría, pero además no tengo experiencias de primera mano porque (…) no voy desde hace cuatro años” a El Salvador, explicó.
Castellanos Moya reconoce que no tiene una opinión clara sobre Bukele, solo lo que oye de la gente. “Es muy exitoso, ¿no?”, un mandatario que se ha convertido en una referencia para la población y las élites políticas, “toda la derecha dura y latinoamericana habla del modelo Bukele”, pero no cree “que a nadie más le funcione”.
Y luego están las denuncias de violaciones de derechos humanos.
“Mira, El Salvador es un país que en el siglo XX tuvo una dictadura de más de 13 años, es decir que hay una repetición también… es una cosa muy interesante esa de que pareciera que los países no aprenden, quizá la falta de memoria histórica”, dice Castellanos Moya en relación a ese “círculo vicioso”.
Según explica el escritor, la dictadura del general Maximiliano Hernández Martínez “surge de la gran masacre de campesinos comunistas” en 1932, cuando “las poblaciones urbanas temían a estas hordas campesinas, entonces se dice que el Ejército mató a 30.000 campesinos de aquella época, indígenas casi todos”.
“Y a partir de ese hecho violento y de exterminación, se consolida una dictadura del general Martínez, de 13 años, que se reelige en dos ocasiones”, una reelección que en El Salvador, prohibida por la Constitución, solo había obtenido este general y ahora Bukele, con su victoria electoral el pasado febrero.
Así que “ahora se da el mismo modelo, es decir, este presidente derrota a las maras a partir de un hecho contundente de triunfo, se reelige y seguramente se reelegirá una vez más, porque tiene además la simpatía de la gente, si no de toda, de los suficientes votantes como para hacer lo que quiere”, concluyó.