Five months of work later, David (pseudonym) recounts with a mix of anger and resignation the process of liquidating the Salvadoran Institute of Training (INSAFORP) to become the National Institute of Training and Education (INCAF).
Anger, because various parts of his story suggest that the new institute is not taking advantage of the experience of the personnel it inherited from INSAFORP; resignation, because he admits that once fired, there is nothing more that can be done for the institution.
David is part of the group of 30 people who were dismissed on April 30, after working for five months on the transition ordered by the INCAF Creation Act, passed by the Legislative Assembly in November 2023.
The regulation stated that INSAFORP staff had to be evaluated in order to move to INCAF. However, as staff from professional training centers had previously explained, David confirms that there was a lot of uncertainty among INSAFORP employees about their future.
“In November, they passed the law. The transition commission began to operate in December. People from the Economy arrived, and the transition commission took over,” he said.
At that time, David mentions that several people had already resigned from the institution. His account coincides with that of workers from training centers who have told that on plenary days, all personnel were waiting to see if the law would be approved, and that overnight, INSAFORP offices lost most of their staff.
This “disappearance” of staff now has an explanation. “The day the law was approved, the resignation letters were already prepared. They had everything ready for people to resign,” says David.
Who had everything ready for people to resign? “The same managers went around causing psychosis among the people so that they would resign. The managers said that this was going to become part of the government, and many disagreed. They said that they would take away our benefits and everything we had, and it turned out to be true: they took everything away from us, and what is even sadder is that they broke all the training centers,” says the former employee.
So, for those who decided to stay, a five-month journey began in which uncertainty was the only certainty.
“From that moment, we didn’t even know who we were in charge of, and they had us doing anything that came to their mind because the same managers who went around causing psychosis among the people for them to resign were the same ones who, after firing their people, wanted others to carry out their functions and started to move people around chaotically,” he explains.
During those five months of “chaotically moving people around,” David recounts that those who remained at the institution tried to put together proposals for INCAF projects.
“All of our colleagues were wondering why we didn’t start putting together the TORs (Terms of Reference), why we didn’t start putting together a proposal, I sent a proposal and it wasn’t even read. The centers (professional training) sent proposals and they weren’t even read,” he says.
As a result of all the above, David makes a harsh assessment of the situation, concluding that from INSAFORP, basically, only management and leadership survived. “The only thing they did was get rid of all the technicians. People who knew a lot. There have been six months when they haven’t done anything, what have they done?” he laments.
Since the INCAF Creation Act came into force, this media outlet has managed consultation spaces with the president of the institute, through the Presidential House press secretary. None of the requests, including one to discuss the April 30 dismissals, have been answered.
“Lo único que han hecho es volarse a todos los técnicos”: empleado despedido del INCAF
Cinco meses de trabajo después, David (nombre ficticio) relata con una mezcla de enojo y resignación el proceso de liquidación del Instituto Salvadoreño de Formación (INSAFORP) para convertirse en el Instituto Nacional de Capacitación y Formación (INCAF).
Enojo, porque varias partes de su relato dejan entrever que el nuevo instituto no está aprovechando la experiencia del personal que heredó del INSAFORP; resignación, porque se admite conciente que, una vez despedido, no hay más que pueda hacerse por la institución.
David es parte del grupo de 30 personas que fueron despedidos el pasado 30 de abril, luego de trabajar durante cinco meses en la transición ordenada por la Ley de Creación del INCAF, aprobada por la Asamblea Legislativa, en noviembre de 2023.
La normativa establecía que el personal del INSAFORP debía ser evaluado para que pudiera pasar al INCAF. Sin embargo, así como personal de centros de formación profesional explicaron con anterioridad, David confirma que había mucha incertidumbre entre el personal del INSAFORP sobre su futuro.
“En noviembre, aprobaron la ley. La comisión (de transición) comenzó a fungir en diciembre. Llegó gente de Economía y quedó la comisión de transición”, relató.
En ese momento, David menciona que varias personas ya habían renunciado a la institución. Su relato coincide con el de trabajadores de centros de formación que han contado que los días de plenaria todo el personal estaba pendiente de si se aprobaba la ley, y que, de un día para otro, las oficinas del INSAFORP perdieron a la mayor parte de su personal.
Esa “desaparición” del personal encuentra ahora una explicación. “El día que se aprobó la ley, las cartas de renuncia ya estaban listas. Ya tenían todo listo para que la gente renunciara”, indica David.
¿Quiénes tenían todo listo para que la gente renunciara? “Los mismos gerentes anduvieron metiéndole psicosis a la gente para que renunciara. Los gerentes hablaron que eso iba a pasar a ser del gobierno y muchos no estaban de acuerdo. Decían que nos iban a quitar las prestaciones y todo lo que teníamos, y termino siendo cierto: nos quitaron todo y lo que es más triste es que quebraron a todos los centros de formación”, señala el exempleado.
Comenzó, entonces, para quienes decidieron quedarse, un periplo de cinco meses en el que la incertidumbre fue la única certidumbre.
“Desde ese momento, nosotros no sabíamos ni de quién estábamos a cargo y nos ponían a hacer cualquier cosa que a ellos se les ocurría, porque los mismos gerente que anduvieron metiéndole psicosis a la gente para que renunciara fueron los mismos que como despidieron a su gente, después querían que otra gente hiciera sus funciones y comenzaron a mover a la gente alocadamente”, explica.
En esos cinco meses de “mover a la gente alocadamente”, David relata que quienes permanecieron en la institución intentaron armar propuestas para los proyectos del INCAF.
“Todos los compañeros nos preguntábamosmos por qué no comenzábamos a armar los TDR (Términos de Referencia), porqué no comenzábamos a armar una propuesta, yo mandé una propuesta y ni siquiera fue leída. Los centros (de formación profesional) mandaron propuestas y ni siquiera fueron leídas”, relata.
Como derivado de todo lo anterior, David hace una lectura dura de la situación, tras concluir que del INSAFORP, básicamente, solo acabaron sobreviviendo jefaturas y gerencias. “Lo único que hicieron es volarse todos los técnicos. A la gente que sabía mucho. Hay seis meses de que no han hecho nada, ¿qué han hecho?”, lamenta.
Desde que entró en vigor la ley de creación del INCAF, este medio ha gestionado espacios de consulta con la presidenta del instituto, a través de la secretaría de prensa de Casa Presidencial. Ninguna petición, incluída una para hablar sobre los despidos del 30 de abril, ha tenido respuesta.