All loans granted in the last 10 years will be audited, said Gisela Sánchez, Executive President of the Central American Bank for Economic Integration (BCIE), the largest multilateral financier for Nayib Bukele’s administration. One of them is the so-called “Support Program for Economic Recovery Measures Implemented for the Benefit of Companies and Employment affected by COVID-19,” for which the organization provided $600 million to the government of El Salvador in 2021.
Its primary objective was to provide funds to the Salvadoran state so that they could distribute resources to micro, small, and medium-sized entreprises, enabling them to continue operating after the shutdown of the economy caused by the Covid 19 pandemic in 2020.
The goal was for these ventures not to disappear and, therefore, continue to contribute to the country and maintain the same employment conditions.
For formalized businesses, $138.35 million was allocated to create a subsidy that would allow companies to continue paying their employees full wages and not have to eliminate jobs. This money would be delivered directly to companies. $360 million, the majority of the program, would go towards providing working capital loans for these MSMEs. Another portion, $100 million, would benefit entrepreneurs and small traders in the informal sector.
According to the financing request analysis document posted on the BCIE website, the money was intended to cover the program retroactively, as it had been launched since 2020. In other words, it was intended to cancel a bridge loan.
The government of El Salvador issued Certificates of the Treasury (CETE2020-D) for an amount of $645.8 million in the domestic securities market on September 21, 2020, at a fixed rate of 7% with a term of 360 days, with the aim of providing the necessary funds for the operation of the Trust for the Economic Recovery of Salvadoran Companies (FIREMPRESA), which would be used to channel that money to its final recipients. The Bank for the Development of the Republic of El Salvador (BANDESAL) executed this operation.
According to economist Tatiana Marroquín, CETEs are issued when there is some authorization to seek funds and usually work as bridge loans, i.e., to obtain that money while a loan with better conditions is being secured. In this case, the authorization was a decree approved by the Legislative Assembly in July 2020.
In an ideal world, this is the utility of an instrument like CETEs, which have such a short term to pay. What would be the point of obtaining money that has to be repaid in such a short time?
The BCIE loan was granted to El Salvador with an interest rate of 2.6%, i.e., less than half of the CETEs issued in September 2020. It was provided with a 20-year term, with a grace period of 5 years: the Government would not have to pay anything to the organization during that time. Thus, Nayib Bukele’s administration could cancel the CETE loan, which had to be paid only 360 days after issuance, i.e., on September 21, 2021.
But, did the government use all these funds for this purpose? The answer is no, as one-third, $200 million, was diverted to finance the adoption of Bitcoin in El Salvador. This accounts for a high percentage of the BCIE loan money used for “general state obligations”: $425 million.
That this money had this destination is documented in budgetary documents that were originally analyzed by the media outlet Redacción Regional, in partnership with the Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP). This was also confirmed by the president of the BCIE when these loans were granted and these changes were authorized, Honduran Dante Mossi, nicknamed the “banker of dictators.”
For economist Julia Evelyn Martínez, this diversion of funds, in addition to being a violation of the contract with the BCIE, is an element that could damage El Salvador’s already deteriorated credit rating.
“It is most likely that the GOES assumed that former BCIE President Dante Mossi would serve another term and help them cover up this diversion,” says Martínez.
The economist points out another problem revealed in this particular loan, and that is that none of the controls established in the contract itself worked. For example, the BCIE includes the creation of a commission of the loan’s executing units (the Ministry of Finance and BANDESAL), which had to be composed of civil society representatives and would ensure that the loan was being used for the intended purposes. The government never shared the required information with this commission.
According to economist Tatiana Marroquín, the government probably never paid the CETEs issued to the national banks to finance FIREMPRESA. Therefore, the Salvadoran Banking Association (ABANSA) gave them the opportunity to transform much debt from that time into one with a longer term. Marroquín estimates that about $1000 million are still pending from those years.
A clarification that confirms
The BCIE published a press release referring to the interview given by its Executive President, Gisela Sánchez, to the media outlet Redacción Regional, where she assured that the entity will diversify its loan portfolio. Also, that El Salvador and Nicaragua had already “exceeded their limit.” The statement does not say anything that would discredit these assertions. It confirms that the BCIE can “serve better” “if it takes advantage of the opportunity to increase its participation in those countries with more room for growth” in its portfolio.
Este era el acuerdo del préstamo del BCIE que fue desviado para Bitcoin
Que se auditarán todos los préstamos entregados en los últimos 10 años, dijo Gisela Sánchez, presidenta ejecutiva del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el mayor financista multilateral de la administración de Nayib Bukele. Uno de ellos es el denominado “Programa de Apoyo a Medidas de Recuperación Económica Implementadas en beneficio de las Empresas y el Empleo afectados por el COVID-19”, para el que el organismo entregó $600 millones al gobierno de El Salvador en 2021.
Su objetivo prioritario era proveer de fondos al Estado salvadoreño para que este entregara a micros, pequeñas y medianas empresas recursos para que pudieran seguir funcionando después del cierre de la economía que significó la pandemia de Covid 19 en 2020.
La meta era que estos emprendimientos no desaparecieran y, por tanto, pudieran seguir aportando al país y dando trabajos con las mismas condiciones.
Para las formalizadas, se tenían contemplados $138.35 millones para crear un subsidio que permitiera a las empresas seguir pagando a sus empleados sus sueldos completos y no tener que suprimir plazas. Este dinero se entregaría directamente a las sociedades. $360 millones, la mayor parte del programa, irían para entregar créditos para capital de trabajo a estas mipymes. Otro fracción, de $100 millones, beneficiaría a empresarios y pequeños comerciantes del sector informal.
Según el documento del análisis de la solicitud de financiamiento, colgado en el portal del BCIE, el dinero venía para cubrir al programa de manera retroactiva, ya que este se había echado a andar desde 2020. Es decir, venía para cancelar un préstamo puente.
El Gobierno de El Salvador realizó, el 21 de septiembre de 2020, la emisión de Certificados del Tesoro (CETE2020-D) por un monto $645.8 millones en el mercado de valores nacional, a una tasa del 7% fija, a un plazo de 360 días, con el objetivo de proveer los fondos necesarios para el funcionamiento del Fideicomiso para la Recuperación Económica de las Empresas Salvadoreñas (FIREMPRESA), que iba a ser usado para llevar ese dinero a sus destinatarios finales. El mismo fue ejecutado por el Banco de Desarrollo de la República de El Salvador (BANDESAL).
Según la economista Tatiana Marroquín, los CETES se emiten cuando existe alguna autorización para buscar fondos y funcionan corrientemente como préstamos puente, es decir, para conseguir ese dinero mientras se obtiene un crédito con mejores condiciones. En este caso, dicha autorización era un decreto aprobado por la Asamblea Legislativa en julio de 2020.
En un mundo ideal, esa es la utilidad de un instrumento como los CETES, que tienen un plazo tan corto para pagar. ¿De qué serviría obtener un dinero que se tiene que pagar en tan poco tiempo?
El préstamo del BCIE le fue otorgado a El Salvador con una tasa del 2.6 % de interés, es decir, menos de la mitad que los CETES emitidos en septiembre de 2020. Se le entregó con un plazo de 20 años, con un periodo de gracia de 5 años: el Gobierno no tendría que abonar nada al organismo durante ese tiempo. Así, la administración de Nayib Bukele podría cancelar el préstamo de los CETES, que debía pagar solo 360 días después de la emisión, es decir, el 21 de septiembre de 2021.
Pero, ¿usó el gobierno todos estos fondos para este destino? La respuesta es no, pues un tercio, $200 millones, fueron desviados para la financiación de la adopción de Bitcoin en El Salvador. Estos constituyen un alto porcentaje del dinero del préstamo del BCIE usado para “obligaciones generales del Estado”: $425 millones.
Que este dinero tuvo ese destino está en documentos presupuestarios que fueron originalmente analizados por el medio Redacción Regional, en una alianza con el Proyecto de Investigación del Crimen Organizado y la Corrupción (OCCRP, por sus siglas en inglés). Esto también fue ratificado por el presidente del BCIE cuando se concedieron estos préstamos y se autorizaron estos cambios, el hondureño Dante Mossi, apodado el “banquero de los dictadores”.
Para la economista Julia Evelyn Martínez, este desvío de fondos, además de ser una violación al contrato con el BCIE, constituye un elemento que podría dañar la ya de por sí deteriorada calificación crediticia de El Salvador.
“Lo más probable es que el GOES asumió que el expresidente del BCIE, Dante Mossi, continuaría otro periodo más al frente de este y que les ayudaría a encubrir este desvío”, dice Martínez.
La economista señala otro problema desvelado en este préstamo en particular, y es que ninguno de los controles establecidos en el mismo contrato funcionó. Por ejemplo, el BCIE incluye la creación de una comisión de las unidades ejecutorias del préstamo (el Ministerio de Hacienda y BANDESAL), que tenía que estar integrada por representantes de la sociedad civil y que tendría que asegurar que el préstamo se estaba usando para los fines establecidos. A esta comisión, el Gobierno nunca le compartió la información requerida.
Según la economista Tatiana Marroquín, el gobierno, probablemente, nunca pagó los CETES emitidos a la banca nacional para financiar FIREMPRESA. Por ello, la Asociación Bancaria Salvadoreña (ABANSA) le brindó la oportunidad de transformar mucha deuda de esa época en una de mayor plazo. Marroquín calcula que siguen pendientes unos $1000 millones correspondientes a esos años.
Una aclaración que confirma
El BCIE publicó un comunicado de prensa que hace referencia a la entrevista brindada por su presidenta ejecutiva, Gisela Sánchez, al medio Redacción Regional, donde aseguro que la entidad diversificará su cartera de préstamos. También, que El Salvador y Nicaragua ya habían “superado su límite”. El comunicado no dice nada que desvirtúe estas afirmaciones. Confirma que el BCIE puede “servir mejor” “si aprovecha la oportunidad de elevar su participación en aquellos países con más espacio de crecimiento” en su cartera.