Abandonment of local producers impacts rising food prices — El abandono al productor local impacta en alza de precio de alimentos

Feb 24, 2024

Food prices in El Salvador have risen faster than other sectors. This is the result of a disaster formula: a policy that favors imports and does not include systematic and sustained support for local producers. — Los alimentos en El Salvador han aumentado sus precios con mayor rapidez que el resto de rubros. Esto es el resultado de una fórmula para el desastre: una política que privilegia la importación y no contempla el apoyo sistematizado y sostenido a productores locales.

“The oxygen of a country is production. Without production, there is nothing,” says Joaquín Chacón, a peasant from Llano Grande canton in Jucuapa (Usulután). Here, he says, agriculture was important a few years ago. Many of the lands that now seem idle used to be planted with sugar cane. Joaquín points to mountains in the distance, which not long ago were coffee farms.

“Now there is nothing,” he says, emphasizing the decline of agricultural production in his area. This could be a small reflection of the situation in the rest of the country.

Joaquín owns a plot of land he inherited from his father, where he can grow crops like corn and beans. He also has banana plants. And beyond them are his chickens, which provide him with eggs. He is aware of his privilege in a place where others do not own their land.

“Here, on this same land, my father used to plant sugar cane, in addition to corn and beans. When he was planting, this same land would yield about 90 sacks of corn (180 hundredweights). For me, it only yields half, if I’m lucky,” says Joaquín, who now walks through the parcel that he will soon work on again.

He knows that climate change is the farmer’s worst enemy, the impossibility of predicting when it will rain or if it will rain too much—something his elders did not see. The other obstacle that every producer must face is government neglect. He has experienced this: last year, he lost part of his harvest because the plants were barely growing when the drought came.

“It went bad… but I don’t think the government can’t do something to tell the farmer, ‘How much did you lose? Here’s a subsidy for you to get back on your feet.’ But no, we are alone. The farmer has been abandoned by all governments since the peace agreements,” says the man approaching his 50s.

“Today we are consumers. Today more than ever. Everything comes from abroad. We don’t produce anything,” he adds. Indeed, in El Salvador, a policy has been implemented that favors the importation of food over support programs for food producers.

Now it is common to see, even, the scene of a large competitor withdrawing from the market because the margins no longer work, as in the case of a large livestock farm in Zapotitán that ceased operations in mid-last year.

And, according to CAMPO data, 2023 saw the lowest grain production in seven years, with just 17.2 million hundredweights. And it is predicted that 2024 will be worse.

Meanwhile, since March 2022, the Legislative Assembly has decided to eliminate tariffs on the importation of various food products, which has not helped to alleviate price increases. The opposite effect seems more likely: food prices have risen more rapidly than the rest of the sectors since at least October 2021, as can be seen in the graph below.

The trend worsened just after the measure came into effect. The highest point occurred in December 2022 when food inflation rose to over 12%, 5% higher than the general inflation rate.

The elimination of tariffs has not stopped this escalation. It seems to have only increased the income of food importers instead. To reach this conclusion, El Diario de Hoy compared the import prices of five basic food products in the basic basket and verified the difference between their value upon entering the country and that which Salvadorans pay in local markets.

The exercise was done with months before the elimination took effect and the period it has been in force.

Three basic grains (corn, beans, and rice) and two livestock products, chicken and eggs (a carton of 30), were analyzed. The result is that there has been an increase in the gap between import prices and final sale prices in all cases.

The product with the most significant difference was the hundredweight of beans. Before deleting tariffs, in March 2022, it was around $6, with highs of $9. After the measure took effect, it began to climb, reaching up to $52 in July 2023.

This means that the difference between what was paid abroad for that hundredweight and what a Salvadoran paid in a commercial plaza was almost the same price as what the importer acquired it for abroad, just over $59.

The same happened with rice and corn, although less intensely. Increases in that gap were also seen in the case of eggs (tariff-free since March 2023) and chicken (since April). Curiously, the increase in that difference occurred just a month before the measure took effect.

EDH: https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/abando-productor-local-importaciones-alimentos-canasta-basica/1124851/2024/

El abandono al productor local impacta en alza de precio de alimentos

“El oxígeno de un país es la producción. Sin producción, no hay nada”, dice Joaquín Chacón, campesino del cantón Llano Grande, en Jucuapa (Usulután). Aquí, dice, la agricultura era importante hace unos años. En muchos de los terrenos que hoy parecen ociosos, se sembraba caña. Joaquín señala a lo lejos unas montañas, que no hace mucho eran fincas de café.

“Ahora no hay nada”, dice para remarcar el declive de la producción agrícola en su zona. Que podría ser un pequeño espejo de la situación en el resto del país.

Joaquín es propietario de una parcela que heredó de su padre y en la que puede cosechar cultivos como el maíz o el frijol. También tiene matas de guineo. Y más allá están sus gallinas, que le proveen de huevos. Es consciente de su privilegio en un lugar donde otros no son dueños de sus tierras.

“Aquí, en este mismo terreno, mi papá sembraba caña, además del maíz y el frijol. Cuando él sembraba, esta misma tierra le daba unos 90 sacos de maíz (180 quintales). A mí, solo me está dando la mitad, si tengo suerte”, dice Joaquín, quien ahora pasea por la parcela que pronto volverá a trabajar.

Sabe que el gran enemigo del agricultor es el cambio climático, la imposibilidad de adivinar cuándo comenzará a llover o si lloverá demasiado. Es algo que no vieron los ojos de sus mayores. El otro obstáculo que debe enfrentar todo productor es el abandono gubernamental. Lo ha experimentado: el año pasado, perdió parte de su cosecha porque la mata apenas estaba creciendo cuando vino la sequía.

“Se malogró… pero yo no creo que desde el Gobierno no puedan hacer algo para decirle al campesino ‘¿Cuánto perdiste vos? Aquí tenés un subsidio para que te volvás a levantar’. Pero no, uno está solo. El campesino ha sido abandonado por todos los gobiernos después de los acuerdos de paz”, dice el hombre que bordea los 50 años.

“Hoy somos consumidores. Hoy más que nunca. Todo viene del extranjero. No producimos nada”, añade. En efecto, en El Salvador se ha emprendido una política que privilegia la importación de alimentos por sobre los programas de apoyo a sus productores de comida.

Ahora es habitual ver, incluso, la escena de un gran competidor que se retira del mercado porque los márgenes ya no dan, como en el caso de una gran ganadería en Zapotitán que cesó operaciones a mediados del año pasado.

Y, según los datos de CAMPO, el 2023 fue en el que menos grano se produjo en siete años, con apenas 17.2 millones de quintales. Y se vaticina que en 2024 será peor.

Mientras, desde la Asamblea Legislativa han decidido eliminar, a partir de marzo de 2022, los aranceles a la importación de varios productos alimenticios, lo que no ha servido para paliar los aumentos en los precios. Más parece el efecto contrario: el costo de los alimentos se ha alzado más aceleradamente que el del resto de rubros desde al menos octubre de 2021, lo que se puede consultar en la gráfica de abajo.

La tendencia se agravó justo después de la entrada en vigencia de la medida. El punto más alto se dio en diciembre de 2022, cuando la comida registró una inflación mensual de más del 12 %, superior en 5 % al de la general.

La eliminación de los aranceles no ha permitido parar esta escalada. Y más parece que ha servido para aumentar los ingresos de los importadores de alimentos. Para dar con esta conclusión, El Diario de Hoy comparó los precios de importación de cinco productos alimenticios pertenecientes a la canasta básica y verificó la diferencia entre su valor al entrar al país y aquel con el que lo compran los salvadoreños en los mercados locales.

El ejercicio se hizo con meses antes de que la eliminación se hiciera efectiva y con el periodo en el que se ha mantenido en vigencia.

Fueron tres granos básicos (maíz, frijol y arroz) y dos productos pecuarios, pollo y huevos (un cartón de 30). El resultado es que ha existido un aumento entre la brecha de los precios de importación y los de venta final en todos los casos.

El producto en el que esta diferencia fue más importante es el del quintal de frijol. Antes de eliminar los aranceles, en marzo de 2022, se colocaba en torno a los $6, con máximos de $9. Después de que la medida entró en vigencia, comenzó a escalar, llegando hasta los $52 en julio de 2023.

Es decir que la diferencia entre lo que se pagaba en el extranjero por ese quintal y lo que pagaba un salvadoreño en una plaza comercial era casi el mismo precio con el que el importador lo adquiría afuera, un poco más de $59.

Lo mismo ocurrió con el arroz y el maíz, aunque con menos intensidad. También se comprobaron aumentos en esa brecha en el caso del huevo (sin aranceles desde marzo de 2023) y en el del pollo (desde abril). Lo curioso de estos es que el aumento de dicha diferencia se registró desde justo un mes antes de entrar en vigencia la medida.

EDH: https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/abando-productor-local-importaciones-alimentos-canasta-basica/1124851/2024/