Two Colombian government entities, the Colombian Agricultural Institute (ICA) and the National Institute for Food and Drug Surveillance (INVIMA), announced this week that the negotiation process for establishing health requirements for the export of beef and edible by-products from the South American country to El Salvador has concluded.
According to these institutions, this was done through an agreement with the Salvadoran Ministry of Agriculture and Livestock (MAG), which informed them of the acceptance of the health certificate model for the export of these products.
“(In this model) the established requirements are set forth to contribute to health protection and the quality and safety of these products, in order to avoid affecting the health status of the importing country and the health of consumers,” the Colombian Agricultural Institute (ICA) reported in a statement.
El Diario de Hoy consulted with three people in the cattle sector in El Salvador, who agreed to speak on condition of anonymity. They also spoke with congressman and agricultural engineer Mauricio Linares, to understand what this decision may mean for national production.
For one of the producers, the signing of this agreement, which adds another country, Colombia, to Nicaragua and Guatemala as providers of meat for El Salvador, is the coup de grace for cattle farmers in the country. In his opinion, it is a kind of unbalanced competition, because the conditions for meat production in Colombia are much more advantageous than those in El Salvador. In Colombia, he says, they have extensive cattle farms, with properties for raising and treating livestock that can cover the area of a department in El Salvador.
“On the other hand, in El Salvador, they are small farms where raising livestock must be intensive; you have to cut grass, and the concentrates have now increased in price… definitely, compared to our Colombian brothers, we in El Salvador are not competitive. We face too many obstacles,” says this producer.
For another cattle farmer, it is a kind of betrayal that has been done to the sector by the government. At the beginning of this administration, they promised them heaven, but they say they haven’t even been able to fulfill the approval of soft loans that would at least serve as a lifeline.
“We tried with BANDESAL, the Agricultural Development Bank, and the Mortgage Bank when the other president was in office. But we didn’t achieve anything. They just stayed as promises,” he says. He adds that in this government, he has felt more abandoned, and his production has decreased.
He is dedicated to the sale of fattening cattle. Five years ago, he says, he had lots of 35 to 40 animals, and now he only has 11. His business, therefore, has been reduced by 75%. He is even in the middle of a foreclosure process on half of his property, as the results of recent years have not allowed him to meet his commitments.
“This is part of a policy that has favored imports over support for national producers. I have no doubt that the big business is with the importers, whose names are known to everyone in the sector,” he says.
Indeed, meat imports have increased during the present administration compared to its three predecessors. In the governments of Antonio Saca, Mauricio Funes, and Salvador Sánchez Cerén, an average total of 91.6 million kilograms was imported per period. Under Nayib Bukele, that figure has grown to 159.5 million, meaning an increase of 75% over the average of the previous presidents.
The difference is even more noticeable when considering the dollar value paid to import the meat. In the period of Salvador Sánchez Cerén (2014-2018), a total of $471 million was imported. In the present administration (2019-2023), it has been $867 million, which means an increase of 84%.
“I don’t see the feasibility of growing. I see it as very difficult. For me, in the future, it’s more about the idea of withdrawing from the business. Right now, sugar cane growers are offering money for land to plant. I think I will accept the offer. I don’t want to continue losing,” says a cattle farmer from the eastern part of the country, an area for which climate change has been especially harsh. Last year, he says, his silage corn dried up. Then, Storm Pilar swept away part of the pastures for his animals.
For congressman Mauricio Linares, it would be better to try to incentivize the sector to produce food locally and only import what cannot be covered from here.
He points out advantages for consumers, like fresh meat not needing preservatives, which does happen with a product that comes from so far away. He even suggests that it can become more expensive if refrigeration on ships is chosen.
“This government prefers to favor importers, who are simply taking advantage of a business that is an alternative for their enrichment, and not provide support to those who, from here, have the potential to feed Salvadorans,” says the congressman from Usulután.
Acuerdo para importar carne de Colombia es “el tiro de gracia” al sector, dicen ganaderos
Dos entidades del gobierno de Colombia, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA), anunciaron esta semana que culminó el proceso de negociación para el establecimiento de los requisitos sanitarios para exportación de carne de res y despojos comestibles desde ese país sudamericano hacia El Salvador.
Según esas instituciones, se hizo a través de un acuerdo con el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) salvadoreño, que le informó a éstas la aceptación del modelo de certificado sanitario para la exportación de estos productos.
“(En dicho modelo) se exponen los requisitos establecidos para contribuir a la protección sanitaria y la calidad e inocuidad de los mismos, con el fin de evitar afectaciones en el estatus sanitario del país importador y en la salud de los consumidores”, informó el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) en un comunicado.
El Diario de Hoy consultó a tres personas pertenecientes al sector ganadero en El Salvador, quienes aceptaron hablar bajo condición de anonimato. También al diputado e ingeniero agrónomo Mauricio Linares, para entender lo que esta decisión puede significar para la producción nacional.
Para uno de los productores, la firma de este acuerdo, que suma otra nación a Nicaragua y a Guatemala como proveedores de carne para El Salvador, significa el tiro de gracia para los ganaderos en el país. En su opinión, es una especie de competencia desequilibrada, pues las condiciones para la producción de carne en Colombia son mucho más ventajosas que las de El Salvador. En Colombia, dice, cuentan con ganaderías extensivas, con propiedades para la crianza y tratamiento de ganado que pueden alcanzar el área de un departamento en El Salvador.
“En cambio, en El Salvador, son minifundios, donde la crianza tiene que ser intensiva, tenés que cortar pasto, tus concentrados ahora han subido de precio… definitivamente, a la par de los hermanos colombianos, en El Salvador no somos competitivos, nos enfrentamos a demasiados obstáculos”, comenta este productor.
Para otro ganadero, es una especie de traición que se le ha hecho al sector desde el gobierno. Al comienzo de esta gestión, les prometieron el cielo, pero dice que ni siquiera les han podido cumplir con la aprobación de créditos blandos que, al menos, les sirvan como salvavidas.
“Nosotros buscamos a BANDESAL, al Banco de Fomento Agropecuario, al Banco Hipotecario cuando estaba la otra presidenta. Pero no logramos nada. Solo se quedaron en promesas”, comenta. Añade que en este gobierno es cuando más desamparado se ha sentido y más se ha reducido su producción.
Él se dedica a la venta de ganado de engorde. Hace cinco años, cuenta, mantenía lotes de 35 a 40 animales y ahora solo posee 11. Su negocio, por tanto, se ha reducido en un 75 %. Incluso está en medio de un proceso de embargo a la mitad de su propiedad, pues los resultados de los últimos años no le han permitido enfrentar sus compromisos.
“Eso es parte de una política que ha privilegiado la importación por encima de la ayuda al productor nacional. No me cabe duda que el gran negocio es de los importadores, de los que todos en el sector conocemos sus nombres”, comenta.
En efecto, las importaciones de carne han aumentado en la presente gestión respecto a las de sus tres predecesores. En los gobiernos de Antonio Saca, Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén se importó un promedio total de 91.6 millones de kilogramos por periodo. En el de Nayib Bukele, esa cifra ha crecido hasta los 159.5 millones, es decir que ha aumentado en un 75 % respecto a la media de los mandatarios anteriores.
La diferencia es aún más notoria si se toma en cuenta el valor en dólares pagado para importar la carne. En el periodo de Salvador Sánchez Cerén (2014-2018), se importaron en total $471 millones. En la presente gestión (2019-2023) han sido $867 millones, es decir, un aumento del 84%.
“No veo la factibilidad de crecer. Lo veo bien difícil. Para mí, en el futuro está, más bien, la idea de retirarme del negocio. Ahorita los azucareros andan ofreciéndole dinero a uno por su tierra para sembrar. Creo que voy a aceptar la oferta. Ya no quiero seguir perdiendo”, dice un ganadero del oriente del país, una zona para la que el cambio climático ha sido especialmente duro. El año pasado, dice, se secó su maíz para silo. Después, la tormenta Pilar arrasó con parte de los pastos para sus animales.
Para el diputado Mauricio Linares, lo mejor sería que se tratara de incentivar al sector para que produzca comida localmente y tener la idea de solo importar lo que no se pueda cubrir desde aquí.
Señala ventajas para los consumidores, como que la carne fresca no necesita de conservadores, lo que sí pasa con un producto que viene de tan lejos. Incluso apunta que puede encarecerse si se opta por la refrigeración en barco.
“Este gobierno prefiere privilegiar a los importadores, que simplemente están aprovechando un negocio que es una alternativa para su enriquecimiento, y no darle el apoyo a aquellos que, desde aquí, cuentan con el potencial de dar de comer a los salvadoreños”, dice el legislador por Usulután.