The Seduction of Authoritarianism and the Danger of the Bukele Method —

Jan 12, 2024

The momentary success of Bukele lies in presenting himself as the only alternative to the chaos of daily violence. — El éxito momentáneo de Bukele consiste en presentarse como la única alternativa al caos de la violencia cotidiana.

The president of El Salvador, Nayib Bukele, is about to conclude his constitutional term. However, following the global trend of authoritarian leaders, he has managed to control all three branches of the state in order to stay in office by seeking a presidential re-election that is explicitly prohibited by the Salvadoran Constitution. Curiously, but also obviously, 70% of the population approves of the re-election — according to the most recent UCA survey — despite it being illegal and representing a step further towards the consolidation of an authoritarian regime that restricts civil liberties, limits freedom of expression, persecutes journalists, and systematically violates human rights.

The mass support for a leader who represents a return to authoritarianism is obvious because, in most Central American countries, like El Salvador, democratic processes were not accompanied by plans to resolve urgent needs of the populations, such as poverty and public insecurity. Moreover, those in charge of these democratic processes, whether from the right or the left, committed numerous acts of corruption that caused the exhaustion and resentment of the citizens, who expected to improve their living conditions after overcoming military dictatorships and internal armed conflicts of the last century.

In this context, any leader with populist traits who challenges corrupt politicians has immediate acceptance and an opportunity to govern, as happened with Bukele. Then, he can maintain that acceptance if he controls the state powers to pursue past corrupt officials and cover up his own corrupt allies — as when he expelled the International Commission Against Impunity (CICIES) which had 12 cases of corruption in his government —. And finally, he will get the population to want to re-elect him after reducing the homicide rate and dismantling gangs, even if to achieve this he has to resort to measures that affect innocents and lead to serious human rights violations. That, in essence, is the “Bukele method.”

This method is what Central American populations want to import into their countries. Seduced by feeling a bit of security in their neighborhoods and seeing corrupt individuals being pursued, citizens of the region desire an authoritarian leader who will bring order to their nations, regardless of the cost.

The danger lies in the fact that the cost is a return to the path of authoritarianism, where gangs may be dismantled, but violence will continue to be present in territories where the military and police commit human rights violations. The danger is that, under authoritarianism, only the executioner changes.

The situation, however, is complex. On one hand, we face the danger of being seduced by authoritarianism, and on the other, there are no incentives to continue on the path of democratic processes.

The problem with democratic processes is that they will always be weak when not accompanied by strategies to alleviate hunger and resolve the insecurity of citizens. While authoritarianism will always be seductive when it resolves, at least, insecurity and impresses with lights on monuments, international spectacles like Miss Universe or the Olympics, a huge library, and other distractions that take the focus away from the human rights violations committed by the armed branches of the State.

The momentary success of Bukele lies in presenting himself as the only alternative to the chaos of daily violence. As long as the population does not see an alternative, the foundations of a possible dictatorship are slowly being built, something that always begins by whimsically changing the Constitution so that the leader can be re-elected whenever he wants. Central America already has a master’s degree in such processes.

Otras Miradas: https://otrasmiradas.info/la-seduccion-del-autoritarismo-y-el-peligro-del-metodo-bukele/

La seducción del autoritarismo y el peligro del método Bukele

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, está por concluir su mandato constitucional. Pero, siguiendo la tendencia global de los líderes autoritarios, ha logrado controlar los tres poderes del Estado con el fin de mantenerse en el cargo a través de la búsqueda de una reelección presidencial que está explícitamente prohibida en la Constitución salvadoreña. Lo curioso, pero también obvio, es que el 70 % de la población aprueba la reelección —según la encuesta más reciente de la UCA—, a pesar de que es ilegal y de que representa descender un peldaño más hacia la consolidación de un régimen autoritario que restringe libertades civiles, limita la libertad de expresión, persigue a los periodistas y viola sistemáticamente los derechos humanos. 

Es una obviedad el apoyo de las masas a un líder que representa el retorno del autoritarismo porque en la mayoría de los países de la región centroamericana, como es el caso de El Salvador, los procesos democráticos no fueron acompañados de planes para resolver necesidades urgentes de las poblaciones, como la pobreza y la inseguridad pública. Además, quienes estuvieron a cargo de esos procesos democráticos, ya sea de derecha o de izquierda, cometieron abundantes actos de corrupción que provocaron el hartazgo y resentimiento de la ciudadanía, que esperaba mejorar sus condiciones de vida después de superar dictaduras militares y conflictos armados internos del siglo pasado.

Así las cosas, cualquier líder con rasgos populistas que desafía a los políticos corruptos tiene una aceptación inmediata y una oportunidad para gobernar, como ocurrió con Bukele. Luego, puede mantener esa aceptación si controla los poderes del Estado para perseguir a los corruptos del pasado y encubrir a sus propios corruptos —como cuando expulsó la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIES) que tenía 12 de casos de corrupción en su gobierno—. Y finalmente, logrará que la población desee reelegirlo después de bajar el índice de homicidios y desarticular a las pandillas, aunque para conseguirlo tenga que recurrir a medidas que afecten a inocentes y que provoquen graves violaciones a derechos humanos. Eso, en esencia, es el “método Bukele”. 

Ese método es el que las poblaciones centroamericanas quieren importar a sus países. Seducidas por sentir un poco de seguridad en sus barrios y que los corruptos sean perseguidos, los ciudadanos de la región desean un líder autoritario que ponga orden en sus naciones, sin importar el costo.

El peligro radica en que el costo es volver a la senda del autoritarismo, donde probablemente se logre desarticular a las pandillas, pero la violencia seguirá presente en los territorios donde los militares y policías cometen violaciones a derechos humanos. El peligro es que, bajo el autoritarismo, sólo se cambie de verdugo.

La situación, de todas formas, es compleja. Por un lado nos enfrentamos al peligro de ser seducidos por el autoritarismo y, por el otro, no se ven incentivos para seguir por el camino de los procesos democráticos.

El problema con los procesos democráticos es que siempre serán débiles cuando no vayan acompañados de estrategias para calmar el hambre y resolver la inseguridad de los ciudadanos. Mientras que el autoritarismo siempre será seductor cuando resuelva, al menos, la inseguridad e impresione con luces en monumentos, espectáculos internacionales como Miss Universo o juegos olímpicos, una biblioteca enorme y otros distractores que quitan la mirada de las violaciones a los derechos humanos cometidas por los brazos armados del Estado.

El éxito momentáneo de Bukele consiste en presentarse como la única alternativa al caos de la violencia cotidiana. Mientras la población no vea una alternativa, se construyen poco a poco los cimientos de una posible dictadura, algo que siempre empieza por cambiar la Constitución a capricho para que el mandatario se reelija cada vez que quiera. Centroamérica tiene ya un máster en ese tipo de procesos.

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