The restriction that the courts against Organized Crime impose on the health of detainees under the regime violates the rights of the inmate and their family, say lawyers and human rights defenders, who in turn recommend that families file habeas corpus and, if these do not obtain a response, that they file a request for precautionary measures before the Inter-American Commission on Human Rights (IACHR).
Experts mention that the courts are violating international regulations, such as the American Convention on Human Rights and the Mandela Rules, in addition to national laws such as the Constitution of the Republic and the Penitentiary Law.
“Regarding the inmates, Article 9 of the Penitentiary Law recognizes several rights that are currently being violated, among them, maintaining their family relationships,” said Jonatan Sisco, a lawyer for Cristosal.
The expert in international law also said that the Standard Minimum Rules for the Treatment of Prisoners, better known as the Mandela Rules, created by the United Nations (UN), establish in its rule 43 number 3 “that among the disciplinary sanctions or restrictive measures, the prohibition of contact with the family cannot be included,” a situation that is experienced in El Salvador during the state of exception.
“There is extensive national jurisprudence that indicates that ‘their state of confinement in a penal center cannot justify the absence of protection of the rights that are inherent to them as human beings'” — Sonia Rubio, officer of the DPLF.
Documented Cases
LA PRENSA GRÁFICA had access to a resolution of the Second Tribunal against Organized Crime in which it is stated that the Terrorism Confinement Center (CECOT) did not allow the entry of a forensic doctor to perform a psychological evaluation on an inmate. The argument is that they did not have the authorization of the Directorate of Penal Centers, despite it being a judge’s order.
In response, the Tribunal explicitly stated that “it is the responsibility of both the court and the penal centers to ensure the right to health, as well as the mental health of the accused, a right that is contemplated in articles 1, 2, and 65 of the Constitution of the Republic, as well as article 10 of the Covenant on Civil Rights… that despite the quality of the accused, such a guarantee is not deprived, and it is necessary to carry out the necessary procedures so that the health of such a person is guaranteed.”
According to the document, the Tribunal again instructed the forensic doctor from the Institute of Legal Medicine to return to the penal center to carry out the evaluation, requesting permission from the penal center in said document. The family of the affected person told this medium that it was useless because the forensic doctor could not enter and therefore they denounce the case. The inmate is also not allowed to go out for consultations, despite there being a judicial order for them to be taken to a hospital.
The Sixth Tribunal against Organized Crime has another similar case, where the family of the accused has requested a “practice of medical recognition of physical, psychological, and psychiatric health,” to know their health status, in addition to knowing “if they are receiving any medical treatment, if they have scheduled appointments, and if they are receiving any medication.” However, the Tribunal replied “The request made is not granted,” without arguing why such a decision, according to judicial sources.
“Prisoners will be authorized to communicate periodically, under due supervision, with their family and with friends of good reputation, both by correspondence and visits.” — Number 37, Mandela rules.
“I would suggest to the families to go to the Inter-American Commission on Human Rights (IACHR), because if the authorities do not inform them about the health of the people, the families have the right to access and request precautionary measures before the IACHR so that the Salvadoran State discloses the health of these people,” indicated Sisco.
Mandela Rule 22.2 also says that “the transfer of sick people whose condition requires special care, to specialized penal institutions or civilian hospitals, will be arranged.” This international regulation also indicates in rule 37 that inmates must communicate with their family and receive visits, but none of this is being complied with, the affected families assured.
Sonia Rubio, from the Foundation for Due Process (DPLF), recalled that people in prisons are only prohibited from the right to freedom. “For human rights, there can be no excuse or valid justification for why to restrict the right to health of people deprived of liberty; and even less so, to deny information about their situation to their relatives,” she asserted.
“The article 27.2 of the American Convention on Human Rights is being violated, which establishes that judicial guarantees cannot be suspended, not even in an exception.” — Jonatan Sisco, from Cristosal.
Negar información sobre salud de reos salvadoreños vulnera tratados internacionales
La restricción que los tribunales contra el Crimen Organizado ejercen sobre la salud de capturados del régimen vulnera los derechos del privado de libertad y su familia, aseguran abogados y defensores de derechos humanos, quienes a su vez recomiendan a las familias que presenten habeas corpus y, si estos no obtienen respuesta, que presenten solicitud de medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Los especialistas mencionan que los tribunales están vulnerando normativas internacionales, tales como la Convención Americana de Derechos Humanos y las Reglas de Mandela, además de leyes nacionales como la Constitución de la República y la Ley Penitenciaria.
“Sobre los internos, el artículo 9 de la Ley Penitenciaria reconoce varios derechos que actualmente están siendo vulnerados, entre ellos, mantener sus relaciones de familia”, aseguró Jonatan Sisco, abogado de Cristosal.
El experto en derecho internacional también dijo que las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, mejor conocidas como Reglas Mandela, creadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), establecen en su regla 43 numeral 3 “que entre las sanciones disciplinarias o medidas restrictivas no podrá figurar la prohibición del contacto con la familia”, situación se vive en El Salvador durante el régimen de excepción.
“Hay vasta jurisprudencia nacional que señala que «su estado de recluido en un centro penal no puede justificar la ausencia de tutela de los derechos que le son inherentes como ser humano»” — Sonia Rubio, oficial de la DPLF.
Casos documentados
LA PRENSA GRÁFICA accedió a una resolución del Tribunal Segundo contra el Crimen Organizado en la que se plasma que el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) no permitió la entrada de un médico forense para realizar una evaluación psicológica a un privado de libertad. El argumento es que no tenía la autorización de la Dirección de Centros Penales, a pesar que era orden de un juez.
Ante esto, el Tribunal indicó textualmente que “es responsabilidad tanto del juzgado como de los centros penales, el velar por el derecho a la salud, así como a la salud mental que tienen los procesados, derecho que se encuentra contemplado en los artículos 1,2 y 65 de la Constitución de la República, asimismo el artículo 10 del Pacto de Derechos Civiles… que no obstante la calidad de imputado, no se le priva tal garantía, siendo menester hacer las diligencias necesarias para que la salud de tal incoado esté garantizada”.
Según el documento, el Tribunal volvió a indicarle al forense del Instituto de Medicina Legal que regrese al centro penal a realizar la evaluación, solicitando en dicho escrito el permiso al centro penal. La familia del afectado dijo a este medio que de nada sirvió, porque el forense no pudo entrar y por ello denuncian el caso. Al reo tampoco lo dejan salir a consultas, a pesar que hay orden judicial para que lo lleven a un centro hospitalario.
El Tribunal Sexto contra el Crimen Organizado tiene otro caso similar, donde la familia del procesado ha pedido una “práctica de reconocimiento médico de salud física, psicológica y psiquiátrica”, para saber su estado de salud, además de saber “si está recibiendo algún tratamiento médico, si tiene citas programadas y si está recibiendo algún medicamento”. Sin embargo, el Tribunal contestó “No ha lugar la solicitud realizada”, sin argumentar por qué dicha decisión, según informaron fuentes judiciales.
“Los reclusos estarán autorizados para comunicarse periódicamente, bajo la debida vigilancia, con su familiar y con amigos de buena reputación, tanto por correspondencia como visitas” — Numeral 37, reglas mandela.
“Sugeriría a las familias a que acudan a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), porque si las autoridades no les dan a conocer sobre la salud las personas, las familias tienen derecho de acceder y solicitar medidas cautelares ante la CIDH para que el Estado salvadoreño dé a conocer la salud de estas personas”, indicó Sisco.
La Regla Mandela 22.2 también dice que “se dispondrá el traslado de los enfermos cuyo estado requiera cuidados especiales, a establecimientos penitenciarios especializados o a hospitales civiles”. Esta normativa internacional también indica en la regla 37, que los reclusos deben comunicarse con sus familia y recibir visitas, pero nada de esto se está cumpliendo, aseguraron las familias afectadas.
Sonia Rubio, de la Fundación para el Debido Proceso (DPLF), recordó que las personas en las cárceles solo tienen prohibido el derecho a la libertad. “Para los derechos humanos no puede haber una excusa o justificación válida de por qué restringir el derecho de salud de las personas privadas de libertad; y menos aún, negar información sobre su situación a sus familiares”, aseveró.
“Se está violando el artículo 27.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos, que establece que las garantías judiciales no pueden ser suspendidas, ni siquiera en excepción” — Jonatan Sisco, de Cristosal.