The Inter-American Commission on Human Rights (IACHR) and the offices in the Americas of the United Nations High Commissioner for Human Rights (UN Human Rights) have held a dialogue on security and human rights in the region during the 188th Session period, on November 7th. Within this framework, and commemorating the 75th Anniversary of the Universal Declaration of Human Rights, they reaffirm the precepts of this instrument, as well as those of the American Declaration.
The IACHR and UN Human Rights acknowledge the social, cultural, political, legal, and institutional advances achieved since the adoption of these human rights instruments. However, challenges persist, including high rates of violence and homicides, many linked to organized crime, a scourge that impacts the entire hemisphere, as well as poverty, inequality, and lack of opportunities.
In this regard, the United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC) estimates that the majority of intentional homicides worldwide (37%) are recorded in the Americas, even though less than 8% of the world’s population lives in the region.
States have an international obligation to protect people from threats arising from organized crime. This has been demanded by the population of the region, affected by continuous acts of violence, including widespread violence in some countries, without this state obligation being fully met.
The regional and universal protection systems have issued several recommendations to States on how to effectively address the challenges of confronting organized crime with a human rights approach, which have been predominantly disregarded.
On the contrary, there are still state proposals that deny or invalidate rights in the name of security and propose to “definitively end” organized crime. These proposals respond with a repressive approach, general imprisonment, excessive use of pretrial detention, and disregard for judicial guarantees, without offering comprehensive opportunities for social reintegration. This impacts access to comprehensive justice that investigates, judges, sanctions, and repairs victims. While these proposals may seem effective in the short term, they ultimately weaken institutions, the balance of powers, and judicial independence, even democracy.
Combating organized crime consistently and sustainably can only be achieved with respect for rights such as due process, defense, and an impartial and independent trial; as well as the right to life, prohibition of torture and cruel, inhuman, or degrading treatment, freedom of conscience and religion, and nationality. Even when exceptional circumstances require the suspension of some rights and guarantees, this must strictly respond to criteria of necessity, proportionality, and temporality, in accordance with international standards.
The IACHR and UN Human Rights emphasize the need to apply models of security policies with a human rights approach, which preserve democracy and the rule of law and combat organized crime with ethical and legal robustness. These models must address the preventive approach and tackle determining factors with alternatives/opportunities for those populations historically excluded or discriminated against and especially impacted by organized crime, such as children, adolescents and youth; indigenous and Afro-descendant peoples and communities, women, and older persons, among others.
The IACHR and UN Human Rights reaffirm their willingness to strengthen their efforts to guide the States of the region in the proper application of international norms and standards in the effective and sustainable fight against crime, which must continue to be the beacon guiding state actions to ensure security with justice for the people living in the region.
The IACHR is a principal and autonomous organ of the Organization of American States (OAS), whose mandate stems from the OAS Charter and the American Convention on Human Rights. The Inter-American Commission has the mandate to promote the observance and defense of human rights in the region and acts as a consultative body of the OAS on the matter. The IACHR is composed of seven independent members who are elected by the OAS General Assembly in a personal capacity and do not represent their countries of origin or residence.
OAS: https://www.oas.org/es/CIDH/jsForm/?File=/es/CIDH/prensa/comunicados/2023/267.asp
Declaración conjunta por una seguridad con derechos y garantías judiciales en las Américas
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y las presencias en las Américas de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU Derechos Humanos) han llevado a cabo un diálogo sobre seguridad y derechos humanos en la región, durante el 188 Período de Sesiones, el pasado 7 de noviembre. En dicho marco y conmemorando el 75 Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, reafirman los preceptos de este instrumento, así como, los de la Declaración Americana.
La CIDH y la ONU Derechos Humanos reconocen los avances sociales, culturales, políticos jurídicos e institucionales, que se han alcanzado a partir de la adopción de los mencionados instrumentos de derechos humanos. No obstante, los desafíos persisten, entre ellos se destacan, los altos índices de violencia y homicidios, muchos de ellos vinculados al crimen organizado, un flagelo que impacta en todo el hemisferio, así como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.
Al respecto, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) estima que la mayoría de los homicidios intencionales en el mundo (37%) se registran en las Américas, aunque menos del 8% de la población mundial vive en la región.
Los Estados tienen la obligación internacional de proteger a las personas de las amenazas que provienen del crimen organizado. Así lo ha reclamado la población de la región, afectada por los continuos hechos de violencia, inclusive generalizada en algunos de los países, sin que dicha obligación estatal se haya cumplido de forma integral.
Los sistemas regionales y universales de protección han emitido varias recomendaciones a los Estados sobre cómo abordar eficazmente los retos que surgen de enfrentar la delincuencia organizada con un enfoque de derechos humanos, las cuales han sido prevalentemente desatendidas.
Por el contrario, siguen existiendo propuestas estatales que niegan o invalidan derechos en nombre de la seguridad y que proponen “acabar de manera definitiva” con el crimen organizado. Estas propuestas utilizan como respuesta el enfoque represivo, el encarcelamiento general, el uso excesivo de la prisión preventiva y el desconocimiento de las garantías judiciales, sin ofrecer oportunidades integrales de reinserción social. Ello impacta en el acceso a una justicia integral que investigue, juzgue, sancione y repare a las víctimas. Si bien podrían parecer eficaces en el corto plazo, dichas propuestas terminan debilitando las instituciones, el balance de poderes y la independencia judicial, incluso la democracia.
Combatir la criminalidad organizada de manera consistente y sostenible sólo puede lograrse con el respeto a los derechos como, el debido proceso, a la defensa y a un juicio imparcial e independiente; así también, los derechos a la vida, prohibición de tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes, la libertad de conciencia y religión y nacionalidad. Incluso cuando circunstancias excepcionales obliguen a suspender algunos derechos y garantías, ello debe responder estrictamente a criterios de necesidad, proporcionalidad y temporalidad, conforme a los estándares internacionales.
La CIDH y ONU Derechos Humanos subrayan la necesidad de aplicar modelos de políticas de seguridad con enfoque de derechos humanos, que preserven la democracia y el Estado de derecho y combatan el crimen organizado con solidez ética y jurídica. Estos modelos deben atender el enfoque preventivo y abordar factores determinantes con alternativas/oportunidades para aquellas poblaciones históricamente excluidas o discriminadas e impactadas de forma especial por el crimen organizado como niñas, niños, adolescentes y jóvenes; pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes, mujeres y personas mayores, entre otras.
La CIDH y ONU Derechos Humanos reafirman su voluntad de fortalecer sus esfuerzos para orientar a los Estados de la región en la debida aplicación de las normas y estándares internacionales en la lucha efectiva y sostenible contra la delincuencia, que deben seguir siendo el faro que oriente las acciones estatales para asegurar una seguridad con justicia para las personas que habitan la región.
La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros independientes que son elegidos por la Asamblea General de la OEA a título personal, y no representan sus países de origen o residencia.
OAS: https://www.oas.org/es/CIDH/jsForm/?File=/es/CIDH/prensa/comunicados/2023/267.asp