Despite their rudimentary and harsh nature, past military governments understood the need to create bubbles of illusion to ease the grip with which they conducted the nation’s daily activities. In 1975, for example, Colonel Arturo Armando Molina was the special guest at the Miss Universe ceremony, which was held in El Salvador for the first time.
The grotesque image of the colonel-president paraded among the contestants to portray a non-existent country, selling the world a false image of a place that was actually steeped in fear and repression. Molina’s government, which promised to build a school per day when he assumed the presidency in 1972, massacred dozens of students from the University of El Salvador just eleven days after he smiled at the Miss Universe gala.
The “country of the smile.” That was the slogan used by Molina’s regime at the time.
This country of oblivion has been held hostage by mirror sellers for decades, governments that invest public money to buy time and present alternative versions of reality. The Bukele administration did it with the Central American and Caribbean Games and has tried to perfect it with the Miss Universe contest.
With the latter, the usual cynicism has reached superlative levels. Under the slogan “El Salvador Mágico” (Magical El Salvador), the government has spent at least 12 million dollars crafting a careful and lengthy advertisement. A huge expense, a crime if we remember that extreme poverty has doubled and hunger looms, to which we must add the multimillion-dollar aesthetic works in some parts of San Salvador.
The magic is a few blocks of the historic center, 700 meters without electric cables in the Zona Rosa, and a water mirror in Salvador del Mundo, a cruel irony for a country where it is usual to yearn for water to arrive regularly. The magic ends where the pavement does, far from the poverty we want to sweep under the rug.
The parallel reality of Bukelism pretends that we celebrate beauty as long as we forget that the economy does not invite optimism, that thousands of innocents remain detained in prisons, that the circus guarantees re-election, and that we have a criminal government.
The arrest in Mexico of an important gang leader, who should be imprisoned but was released by officials answering to President Bukele, will make Miss Universe even more grandiose than planned. The magic must be greater.
It’s curious how two such disparate events can so accurately represent a government. An administration that with one hand appropriates public resources to create bubbles of illusion, and with the other makes deals with the criminals it swore to fight.
El Salvador is magical realism.
Revista Factum: https://www.revistafactum.com/editorial-missuniverso/
El país de Miss Universo y el Crook
Los gobiernos militares del pasado, pese a lo rudimentario y hosco de su naturaleza, entendieron que necesitaban crear burbujas de ilusión para descompresionar el garrote con el que conducían las actividades diarias de la nación. En 1975, por ejemplo, el coronel Arturo Armando Molina fue el invitado especial a la ceremonia de Miss Universo, que por primera vez se realizaba en El Salvador.
La grotesca imagen del coronel-presidente se paseó entre las concursantes para dibujar un país que no existía, para venderle al mundo una imagen falsa de un lugar que en realidad estaba sumido en el miedo y represión. El gobierno de Molina, cuya promesa fue hacer una escuela por día cuando asumió la presidencia en 1972, masacró a decenas de estudiantes de la Universidad de El Salvador once días después de haber sonreído en la gala de Miss Universo.
El “país de la sonrisa”. Ese fue el lema que el régimen de Molina usó aquella vez.
Este país del olvido ha estado secuestrado por vendedores de espejos desde hace décadas, gobiernos que invierten dinero público para comprar tiempo y presentar versiones alternativas de la realidad. La administración Bukele lo hizo con los juegos centroamericanos y del Caribe y lo ha intentado perfeccionar con el concurso de Miss Universo.
Con este último, el cinismo habitual ha alcanzado niveles superlativos. Bajo el slogan, El Salvador Mágico, el gobierno salvadoreño ha gastado al menos 12 millones de dólares para confeccionar un cuidado y larguísimo anuncio publicitario. Un enorme gasto, un crimen si recordamos que la pobreza extrema se duplicó y el hambre asoma, al que habrá que sumarle las millonarias obras estéticas en algunos puntos de San Salvador.
La magia son algunas cuadras del centro histórico, 700 metros sin cables eléctricos en la Zona Rosa y un espejo de agua en el Salvador del Mundo, una cruel ironía para un país donde lo habitual es añorar que el agua llegue regularmente. La magia acaba donde termina el pavimento, lejos de la pobreza que queremos guardar bajo la alfombra.
La realidad paralela del Bukelismo pretende que celebremos la belleza siempre que olvidemos que la economía no invita al optimismo, que en las cárceles miles de inocentes siguen detenidos, que el circo garantiza la reelección y que tenemos un gobierno criminal.
La detención en México de un importante jefe pandillero, que debería estar preso pero que fue dejado en libertad por funcionarios que responden al presidente Bukele, hará que Miss Universo sea aún más grandilocuente de lo que estaba planeado. La magia debe ser mayor.
Es curioso cómo dos eventos tan dispares puedan representar con tanta precisión a un gobierno. Una administración que con una mano se apropia de recursos públicos para armar burbujas de ilusión, y con la otra pacta con los criminales a los que juró combatir.
El Salvador es realismo mágico.
Revista Factum: https://www.revistafactum.com/editorial-missuniverso/