Elections 2024: Fraud and Shame — Elecciones 2024: fraude y vergüenza

Oct 12, 2023

No president has attempted to run for re-election during the country's three decades of democratic history, and the last one who did so was the dictator Maximiliano Hernández Martínez, who stayed in power for 12 years until he was overthrown in 1944. — Ningún presidente intentó reelegirse durante las tres décadas de historia democrática del país y el último que lo hizo fue el dictador Maximiliano Hernández Martínez, quien se mantuvo en el poder durante 12 años hasta que fue derrocado en 1944.

The campaign for the 2024 elections officially kicked off last week. These elections will be the most fraudulent since the signing of the Peace Accords in 1992. Despite the president of the Supreme Electoral Tribunal (TSE), Dora Martínez, promising they will be “transparent, modern, and reliable” on September 6th during the official convocation event.

The main factor of fraud is, evidently, the unconstitutional candidacy of Nayib Bukele.

Six articles of our constitution prevent the current president from seeking a consecutive second term: Article 75 suspends citizen rights for anyone who promotes presidential re-election; Article 88 mandates the alternation in the exercise of the presidency; Article 131 instructs the Legislative Assembly to dismiss the president if he remains in office after his term has ended; Article 152 prohibits the president from being a presidential candidate; and Article 154 limits the presidential term to five years, and the president cannot stay even one day longer.

Adding to these is the renowned Article 87 that enables the people to rise up when the constitutional order has been altered; and, of course, presidential re-election is a severe alteration to the constitutional order.

As citizen platform SUMAR aptly observes, “few constitutions in the world emphasize a prohibition as much as ours does regarding non-presidential re-election.”

The second fraudulent aspect is the TSE’s subordination to Bukele’s re-election aspirations, which is clearly expressed in their decision to admit his unconstitutional candidacy, claiming that “the resolutions of the Constitutional Chamber are of obligatory compliance,” as if the current Chamber were legitimate and could issue rulings that violate the Constitution.

The TSE also allowed for early campaigning, registered parties aligned with the ruling power that did not meet the requirements, and committed irregularities in hiring the company responsible for transmitting the electoral results, among other anomalies.

Adding to the TSE’s lack of independence is the ruling party’s control over other key institutions in the electoral process like the Prosecutor’s Office, the Police, and the Constitutional Chamber.

The third element of fraud is the “shaping of the electoral field” to fit the political objectives of the ruling party, through a series of reforms to the Electoral Code and other laws related to electronic voting, overseas voting, the elimination of municipalities, reducing the number of deputies, and the new method of seat allocation by department.

Additionally, the reform that lifted the prohibition of modifying electoral rules less than a year before the elections. This means the ruling party can still continue to change electoral law to suit its interests.

The fourth fraudulent factor is a relevant and decisive detail: organizing the elections to coincide with the presidential and legislative elections, so that the popularity of the unconstitutional presidential candidate has a “coat-tail effect” that benefits the unqualified candidates for deputies from the ruling party. This is the only way to secure a new ruling majority for Bukele’s potential second term.

Finally, the fifth aspect of fraud involves the blatant use of public funds and resources for the ruling party: using the budget and state institutions for propaganda, buying wills, and mobilizing voters. It is even possible that, as the elections approach, food and cash handouts will be distributed, taking advantage of people’s hunger and economic needs.

The Most Shameful Campaign

The most fraudulent election will also have the most shameful campaign, determined by the narrative of the state of emergency, which contains three easily digestible ideas for popular imagination: 

1- Gangs have ended, and the problem of insecurity is solved. 

2- This was made possible thanks to the state of emergency. 

3- Opposition candidates propose removing the state of emergency so that gangs can return to kill, extort, and rape.

Bukele and his propagandists revive the old false, manipulative, and fear-driven discourse used by ARENA in its presidential campaigns; with one difference: the fear of “child-eating communists” is now the fear of gang members. This is the quality and level of the electoral debate proposed by the ruling party.

Hopefully, the decent, intelligent population with a democratic perspective will reject such a low-level discussion and will demand real, viable, and coherent proposals to address unemployment, low wages, high cost of living, poverty, food crisis, and lack of water, health, education, housing, environmental sanitation, and opportunities for the youth.

Revista Elementos: https://revistaelementos.net/palestra/elecciones-2024-fraude-y-verguenza/

Elecciones 2024: fraude y vergüenza

La semana pasada inició formalmente la campaña para los comicios de 2024. Estas elecciones serán las más fraudulentas desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, por más que la presidenta del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Dora Martínez, haya prometido que serán «transparentes modernas y confiables», el pasado 6 de septiembre durante el acto oficial de convocatoria.

El principal factor de fraude es, evidentemente, la candidatura inconstitucional de Nayib Bukele.

Seis artículos de nuestra carta magna impiden que el actual presidente busque un segundo mandato consecutivo: el artículo 75 suspende los derechos ciudadanos a quien promueva la reelección presidencial; el artículo 88 obliga a la alternancia en el ejercicio de la presidencia de la República; el artículo 131 manda a la Asamblea Legislativa a destituir al presidente si permanece en el cargo después de terminado su mandato; el artículo 152 prohíbe al presidente ser candidato presidencial; y el artículo 154 limita el período presidencial a cinco años y el presidente no puede quedarse ni un días más.

A éstos se suma el célebre artículo 87 que habilita al pueblo a insurreccionarse cuando el orden constitucional haya sido alterado; y, desde luego, la reelección presidencial es una grave alteración al orden constitucional.

Como bien observa la plataforma ciudadana SUMAR, «pocas constituciones en el mundo hacen tanto énfasis en una prohibición, como la nuestra en relación a la no reelección presidencial». Ningún presidente intentó reelegirse durante las tres décadas de historia democrática del país y el último que lo hizo fue el dictador Maximiliano Hernández Martínez, quien se mantuvo en el poder durante 12 años hasta que fue derrocado en 1944.

El segundo aspecto fraudulento es el sometimiento del TSE a las aspiraciones reeleccionistas de Bukele, que se expresa claramente en su decisión de admitir su candidatura inconstitucional alegando que «las resoluciones de la Sala de lo Constitucional son de obligatorio cumplimiento», como si la Sala actual fuera legítima y como si ésta pudiera emitir fallos que violen la Constitución.

El TSE también permitió la campaña adelantada, inscribió partidos afines al oficialismo que no cumplieron requisitos, cometió irregularidades en la contratación de la empresa responsable de la transmisión de los resultados electorales, entre otras anomalías.

A la falta de independencia del TSE se agrega el control del oficialismo sobre otras instituciones importantes en el proceso electoral como la Fiscalía, la Policía y la Sala de lo Constitucional.

El tercer elemento de fraude es la «demarcación de la cancha electoral» a la medida de los objetivos políticos del oficialismo, mediante una serie de reformas al Código Electoral y otras leyes relacionadas con la votación electrónica, el voto en el exterior, la eliminación de municipios, la reducción del número de diputados y el nuevo método de asignación de los escaños por departamento.

Además, la reforma que quitó la prohibición de modificar las reglas electorales a menos de un año de los comicios. Esto significa que el oficialismo todavía podrá seguir cambiando la ley electoral a la medida de sus intereses.

El cuarto factor fraudulento es un detalle relevante y decisivo: la organización de los comicios colocando en la misma fecha la elección presidencial y las legislativas, a fin de que la popularidad del inconstitucional candidato presidente tenga «efecto de arrastre» y favorezca a los impresentables candidatos a diputados del partido oficial. Esta es la única forma de asegurar una nueva mayoría oficialista para el eventual segundo mandato de Bukele.

Finalmente, el quinto aspecto de fraude tiene que ver con el uso descarado de los fondos y recursos públicos en función del oficialismo: el presupuesto y las instituciones estatales para hacer propaganda, comprar voluntades y movilizar electores. Incluso, es posible que acercándose las elecciones haya reparto de alimentos y entrega de dinero en efectivo, aprovechando el hambre y las necesidades económicas de la gente.

La campaña más vergonzosa

La elección más fraudulenta también tendrá la campaña más vergonzosa, determinada por la narrativa del régimen de excepción, la cual contiene tres ideas fácilmente asimilables para el imaginario popular: 1- Las pandillas se terminaron y el problema de la inseguridad está resuelto. 2- Esto fue posible gracias al régimen de excepción. 3- Los candidatos opositores proponen quitar el régimen de excepción para que las pandillas vuelvan a matar, extorsionar y violar.

Bukele y sus propagandistas reviven el viejo discurso falso, manipulador y de miedo que utilizaba ARENA en sus campañas presidenciales; con una única diferencia: el temor a los «comunistas come niños» ahora es a los pandilleros. Esa es la calidad y la altura del debate electoral propuesto desde el oficialismo.

Ojalá que la población decente, inteligente y con perspectiva democrática rechace esa discusión tan bajera; y que exija propuestas reales, viables y coherentes para enfrentar el desempleo, los salarios bajos, el alto costo de la vida, la pobreza, la crisis alimentaria y la falta de agua, salud, educación, vivienda saneamiento ambiental y oportunidades para la juventud.

Revista Elementos: https://revistaelementos.net/palestra/elecciones-2024-fraude-y-verguenza/