From the Region of Dying Democracies — Desde la región de las democracias que se acaban

Aug 3, 2023

A familiar shadow looms over Central America, and the words that should not return are back: exile, torture, persecution, espionage, dictator. — Una sombra conocida se cierne sobre Centroamérica. Y vuelven las palabras que no deberían volver: exilio, tortura, persecución, espionaje, dictador.

I begin this column with no intention to gloss over the situation: fragile democracy is crumbling in large pieces in the north of Central America. In Guatemala, Honduras, El Salvador, and Nicaragua, after the civil wars of the 80s, democracies have always been an aspiration and not an achievement: Daniel Ortega did not become a dictator in Nicaragua overnight; it took years for Salvadorans to get tired of trying to assemble a democratic political system, and now they have fervently embraced Nayib Bukele, a dictator in the making; one man did not capture the justice system that imprisons journalists in Guatemala in one day: it was a collective, persistent, strategic process; Honduras has been falling for decades to become a narco-state, and getting out of these depths will take at least as long as it took to get there.

Indeed, what happens in the region has been brewing for decades. Still, right now, we are at a point where authoritarianism seems to have found its moment and aims to establish itself to endure, to freely modify constitutions and penal codes, to mark the region with several decades where democracy is not even an aspiration, but a frustrated attempt of the past. A perfect past tense.

A familiar shadow looms over the region; a familiar, eighties-like stench, with shades of gunpowder and blood, is perceived in the narrowest part of the continent; a fearsome sound brings back memories from the past: a sound of military boot, of demagogue, of screams from the prisons. It sounds strong, it sounds close. And with all that, the words that should not return are back: exile, torture, persecution, espionage, dictator.

The Central Questions

In this monthly column, I will try to answer some of the questions that mark this era: How is it that a country like El Salvador, marked by decades of murderous militarism in the last century, now surrenders to an authoritarian president who promises to double the Army and has allowed torture in prisons to become systematic? How is it that a country like Guatemala, which a decade ago prosecuted the genocidal Efraín Ríos Montt and thereby believed it was initiating a democratic spring, now has a justice system completely co-opted by a pact of corrupt officials and is rather a tool for political persecution? How is it that the Honduran president Xiomara Castro, who built a large part of her campaign repudiating the control of the military who committed the 2009 coup, recently launched a militarized state of exception with which she intends to emulate El Salvador? What to do about a dictator like Daniel Ortega, who is already consolidated? Who are the hundreds of opposition politicians, human rights defenders, journalists, citizens fleeing from regimes of exception, who are now in exile, and how do they survive?

I will also try to explain how the world sees us: What does the international community do in the face of a region that, outside the context of the Cold War that was in place when we plunged into our decades of civil war, is saying goodbye to democracy again? Why is someone like Bukele, who has promised to run for re-election despite this violating the Constitution he swore loyalty to, so popular in countries like Colombia, Ecuador, Argentina, Chile, or the Dominican Republic? Why do so many people on this continent still believe that the solution to problems of violence and poverty comes hand in hand with a militaristic and messianic caudillo?

However, even though these are not hopeful times in Central America, I will also make an effort to tell the stories of those who, despite threats of imprisonment and exile, remain in the region revealing the secrets of power, their criminal pacts; or building political thought among civil society, so that the simplistic ideas of authoritarianism sprout with less ease; or organizing political movements to try, no matter how unlikely it may seem at the moment, to dispute the vote with those who control the entire State; or, as has happened in recent weeks in Guatemala, with the individual act of leaving the couch and the afternoon soap opera to make a sign and go out in the rain to stand in front of the Public Ministry, which is trying to stage an electoral coup by eliminating the contender it considers less favorable, and let them know: “We’ve had enough”.

DW: https://www.dw.com/es/desde-la-región-de-las-democracias-que-se-acaban/a-66399495

Desde la región de las democracias que se acaban

Arranco esta columna sin intención alguna de maquillar la situación: la frágil democracia se derrumba a pedazos grandes en el norte de Centroamérica. En Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, tras las guerras civiles de los años 80, las democracias han sido siempre una aspiración y no un logro: Daniel Ortega no se convirtió en dictador de Nicaragua de un día a otro; los salvadoreños tardaron años en hartarse de intentar armar un sistema político democrático y ahora han abrazado con fervor a Nayib Bukele, un dictador en construcción; la justicia que encarcela a periodistas en Guatemala no fue capturada por un solo hombre ni en un solo día: fue un proceso colectivo, persistente, estratégico; Honduras lleva décadas cayendo hasta convertirse en un narcoestado, y salir de esas profundidades le tomará, al menos, el tiempo que le tardó llegar ahí.

Es así, lo que ocurre en la región se fraguó durante décadas, pero ahora mismo estamos en un punto en el que el autoritarismo parece haber encontrado su coyuntura y pretende instalarse para perdurar, para modificar a placer Constituciones y códigos penales, para marcar a la región con varias décadas donde la democracia no sea ni siquiera una aspiración, sino un intento frustrado del pasado. Un pretérito perfecto.

Una sombra conocida se cierne sobre la región; un tufo familiar, ochentero, con tonos de pólvora y sangre, se percibe en la parte más angosta del continente; un sonido temible nos trae recuerdos del pasado: un sonido de bota militar, de demagogo, de gritos desde las prisiones. Suena fuerte, suena cerca. Y con todo ello vuelven las palabras que no deberían volver: exilio, tortura, persecución, espionaje, dictador.

La preguntas centrales

En esta columna mensual intentaré contestar algunas de las preguntas que marcan esta época: ¿Cómo es que un país como El Salvador, marcado por décadas de militarismo asesino en el siglo pasado, ahora se rinde ante un presidente autoritario que promete duplicar el Ejército y que ha permitido que se sistematice la tortura en las cárceles? ¿Cómo es que un país como Guatemala, que hace una década juzgaba al genocida Efraín Ríos Montt y con ello se creía que iniciaba una primavera democrática, ahora tiene un órgano de justicia completamente cooptado por un pacto de funcionarios corruptos y que más bien es una herramienta de persecución política? ¿Cómo es que la presidenta hondureña Xiomara Castro, que construyó buena parte de su campaña repudiando el control de los militares que cometieron el golpe de Estado de 2009, haya lanzado hace poco un estado de excepción militarizado con el que pretende imitar a El Salvador? ¿Qué se hace ante un dictador como Daniel Ortega, ya consolidado? ¿Quiénes son y cómo sobreviven los cientos de políticos de oposición, defensores de derechos humanos, periodistas, ciudadanos que huyen de regímenes de excepción, que ahora mismo están en el exilio?

Intentaré también explicar cómo nos ve el mundo: ¿Qué hace la comunidad internacional ante una región que, fuera del contexto de la Guerra Fría que se vivía cuando nos sumergimos en nuestras décadas de guerra civil, vuelve a despedirse de la democracia? ¿Por qué alguien como Bukele, que ha prometido que se reelegirá a pesar de que eso viola la Constitución a la que juró lealtad, es tan popular en países como Colombia, Ecuador, Argentina, Chile o República Dominicana? ¿Por qué tanta gente en este continente sigue convencida de que la solución a los problemas de violencia y pobreza vienen de la mano de un caudillo militarista y mesiánico?

Eso sí, a pesar de que no son tiempos esperanzadores en Centroamérica, también haré un esfuerzo por contar a quienes, pese a las amenazas de cárcel y destierro, siguen en la región revelando los secretos del poder, sus pactos criminales; o construyendo pensamiento político entre la sociedad civil, para que las ideas simplonas del autoritarismo germinen con menos facilidad; u organizando movimientos políticos para intentar, pese a lo improbable que eso parezca en estos momentos, disputar el voto a quienes controlan todo el Estado; o, como ha ocurrido en las últimas semanas en Guatemala, con el acto individual de dejar el sofá y la telenovela de la tarde para hacer un cartel y salir bajo la lluvia a pararse frente al Ministerio Público, que intenta dar un golpe electoral eliminando al contendiente que considera menos favorable, y dejarles saber: “Estamos hartos”.

DW: https://www.dw.com/es/desde-la-región-de-las-democracias-que-se-acaban/a-66399495