Manuel decided to use this fictional name to protect his identity, as one of the reasons for not granting him his freedom was that he could speak up and share what he witnessed inside Izalco and “La Esperanza” prisons, also known as Mariona.
He was arrested on April 6, 2022, by police officers while he was digging a well. The officers approached him and told him he had to accompany them, which Manuel did not refuse, as he had nothing to fear since he had not committed any crime.
Manuel recalls that he spent a few days in the holding cells of San Vicente, then he was transferred to Izalco prison. “There were several buses, all full. When we arrived, we were greeted with beatings all over our bodies. They put 10 of us in a small cell, and each settled in as best as possible. That night, no one slept due to the pain in our bodies from the beatings,” Manuel narrated.
The constant punishments from the guards, the filthiness of the place, and the inadequate food he received horrify him the most. “I saw someone die every day,” he affirmed. According to Manuel, inmates died from chronic illnesses like kidney failure or heart problems. Still, most deaths resulted from beatings inflicted by the guards as punishment for any action they didn’t like.
“On one occasion, I saw a mentally unstable man being attacked by a guard. The man defended himself and hit the agent with a chair. After that, all the guards surrounded him to beat him. I remember seeing the pool of blood and how they took him away,” he recounted.
Manuel added that in Izalco prison, he overheard the guards talking about a pit where they would dispose of the bodies of deceased inmates who died from beatings.
“With God, they will face justice,” Manuel says with conviction.
According to the former inmate, the guards would spray tear gas into the cells at night to prevent the prisoners from resting. They would also psychologically harm the inmates by placing food packages in front of the cells while they opened them and transferred the contents into other bags to distribute among themselves. “They only give us the leftovers they don’t want,” he added.
Despite the physical pain and the anguish of not knowing if he would survive the next day, his greatest thought was of his wife and daughter.
His wife was eight months pregnant when he was arrested, so after a month of imprisonment in Izalco, his daughter was born with her father still under the regime’s custody. His greatest desire was to be released and meet his daughter.
Reunion with siblings
After spending months in Izalco prison, he was transferred to Mariona. On one occasion while heading to his cell, he saw one of his brothers in the distance. “I couldn’t help but cry, he was too thin,” he recalled.
The presence of the guards prevented them from having a conversation; he could only find out that his brothers Chepe and Antonio (fictional names) were also in that prison.
Gradually, they managed to find ways to coincide during their short recesses. “We would meet when they took us out for a little sun. We would stay together,” he explained.
In January, Chepe and Antonio were released. Months later, he saw a food package with the name of another one of his brothers. He couldn’t believe it, so he found a way to approach him and unfortunately discovered that his other two brothers were also detained in Mariona.
Release and recapture
Manuel was sick, weak, with skin fungus tearing his skin when he was notified that he would be released. Officers from the facility took him out on June 6 and brought him to the Human Rights Office on 9th Calle Poniente and 11th Avenida Norte in San Salvador. They asked him to sign a document, which he did, assuming it was a release letter. Then they told him he was being detained again, but this time his crime was no longer “criminal association” but “terrorist associations.”
He was transferred back to Izalco prison, where he would spend one more month before finally being definitively released after 15 months of being detained for a crime he was found innocent of.
Hombre liberado de prisión tras 15 meses conoce a su hija
Manuel se decidió a utilizar este nombre ficticio para proteger su identidad, ya que una de las razones de no darle su libertad era que podía hablar y contar las cosas que vio dentro del penal de Izalco y el de “La Esperanza”, conocido como Mariona.
Él fue detenido el 6 de abril de 2022 por agentes de la policía mientras se encontraba abriendo un pozo. Los policías llegaron donde él y le dijeron que debía acompañarlos, a lo cual Manuel no se negó, ya que no tenía nada que temer porque no había cometido ningún delito.
Manuel recuerda que estuvo algunos días en las bartolinas de San Vicente, luego fue trasladado al penal de Izalco. “Eran varios buses y todos iban llenos. Al llegar nos recibieron con macanazos por todo el cuerpo. Nos metieron a 10 en una celda pequeña y cada quien se acomodó como pudo. Esa noche nadie durmió por el dolor en todo el cuerpo, por los golpes”, narró Manuel.
Los castigos constantes de los custodios, la suciedad del lugar y la poca alimentación que recibía son algunas de las cosas que más lo horrorizan. “Yo vi morir todos los días a alguien”, afirmó. Según Manuel, los reos morían debido a enfermedades crónicas como insuficiencia renal o problemas cardiacos, pero que la gran mayoría de decesos se debía a los golpes que los custodios dan como castigo por cualquier acción que a ellos no les agrade.
“En una ocasión vi cómo un señor que no estaba estable mentalmente era atacado por un custodio, el señor se defendió y le pegó al agente con una silla. Después de eso lo rodearon todos los custodios para golpearlo. Recuerdo ver el charco de sangre y cómo se lo llevaban”, relató.
Manuel agregó que en el penal de Izalco se escuchaba hablar a los custodios sobre una fosa donde colocaban los cuerpos de los reos que fueran falleciendo a causa de golpes.
“Con Dios van a enfrentar la justicia”, dice Manuel con convicción.
Según el exreo, los custodios durante las noches les rociaban gas lacrimógeno a las celdas para que los reclusos no pudieran descansar, además de dañar psicológicamente a los reos colocando los paquetes alimenticios frente a las celdas, mientras ellos las abrían y colocaban en otras bolsas para luego repartirlas entre ellos. “Solo dan las sobras que ellos no quieren”, agregó.
A pesar del dolor físico y la angustia por no saber si podrá sobrevivir el día siguiente, su mayor pensamiento era su esposa y si hija.
Su esposa tenía ocho meses de embarazo cuando fue detenido, por lo luego de un mes de estar preso en el penal de Izalco su hija nació con su padre preso por el régimen. Su mayor deseo era salir y conocer a su hija.
Reunión con hermanos
Luego de pasar meses en el penal de Izalco fue trasladado a Mariona. En una ocasión que él se dirigía a su celda, vio a lo lejos a uno de sus hermanos. “No pude evitar llorar, estaba demasiado delgado”, recordó.
La presencia de los custodios no permitió que pudieran entablar conversación, solo pudo averiguar que sus hermanos Chepe y Antonio (Nombres ficticios) se encontraban también en ese penal.
Poco a poco lograron buscar maneras para coincidir en los pequeños recesos que tenían. “Nos encontrábamos cuando nos sacaban un ratito al sol. Nos quedábamos juntos” explicó.
En enero, Chepe y Antonio fueron liberados. A los meses vio un paquete alimenticio con el nombre de otro de sus hermanos, él comenta que no lo podía creer, así que busco la manera de acercarse y lastimosamente encontró que sus otros dos hermanos también estaban detenidos en Mariona.
Liberación y recaptura
Manuel se encontraba enfermo, débil, con hongos en la piel que iban desgarrando su piel cuando fue notificado que sería liberado. Agentes del lugar lo sacaron el 6 de junio y lo llevaron a la Procuraduría de los Derechos Humanos, en la 9a. Calle Poniente y la 11a. Avenida Norte de San Salvador. Le pidieron que firmara un documento, lo cual hizo y supone que era una carta de liberación. Acto seguido le dicen que queda nuevamente detenido, solo que en esta ocasión su delito ya no es “agrupaciones ilícitas” sino “agrupaciones terroristas”.
Fue trasladado de nuevo al penal de Izalco, donde estaría un mes más antes de que por fin fuera liberado definitivamente luego de 15 meses detenido por un delito del cual se le encontró inocente.