2022 was a bad year for the country regarding the total flows of Foreign Direct Investment (FDI), which, according to official data from the Central Reserve Bank (BCR), closed in negative numbers (-$99.1 million) for the first time since 2010.
FDI is important because it serves as an indicator to measure how attractive foreign investors perceive the country to be; However, official media have constantly published that the country has improved in attracting investments. However, they still do not consider the country a convenient destination compared to other countries in the region.
The reasons behind this lack of attractiveness in the country are more linked to political issues and not necessarily economic ones, and, according to the most recent analysis of the country’s situation by credit rating agency Standard & Poor’s, the situation could remain this way due to these same reasons.
According to S&P, “it is likely that international investors will continue to be low, in part, due to the lack of checks and balances and the government’s lack of transparency,” and it also adds that this could happen due to the “lack of measures that reinforce investor confidence in long-term policy stability.”
This lack of checks and balances to balance the decisions of Nayib Bukele’s government was consolidated in May 2021, when the current Legislative Assembly, largely occupied by the ruling party, was established and began to approve everything requested by the president.
In fact, since then, it has also become common practice to decree almost everything related to public spending as classified information, clearly showing aversion to transparency, which is essential for maintaining confidence in international markets.
This lack of clarity in public spending, and policies such as the implementation of Bitcoin, have even caused a stalemate in negotiations between the country and the International Monetary Fund (IMF), from which it needs a financial assistance agreement that would allow it to regain a good image abroad.
Suppose the data published by the BCR is analyzed quarter by quarter. In that case, it can be observed that FDI began to deteriorate towards the third quarter of 2021 after the deputies approved Bitcoin and dismissed the judges of the Constitutional Chamber of the Supreme Court. This event even harmed another indicator,such as the country’s risk.
Similarly, last May, the government also decided to block the report made by the IMF about the country’s finances, again showing the government’s opposition to transparency in public spending.
Following this situation, the former president of the BCR, Carlos Acevedo, pointed out at the time that the blocking of the report’s publication would scare away foreign investment, as accountability and transparency “are key points for the business climate and attracting investors to the country.”
Due to these points, the government’s opacity could weigh more on investors’ perception than other initiatives,such as the security measures implemented by the Executive.
Regarding the latter, S&P adds that “the improvement in security perception could increase internal mobility and tourist flows, although economic growth will continue to be moderate given the low confidence of investors and the slowdown in demand from the United States.”
Least attractive in the region
Investors’ opinions confirm what the rating agency’s analysis says because, according to a report presented by the firm KPMG at the beginning of June, El Salvador is among the least attractive countries in Latin America for these major investors from large companies. According to this report, the country only surpasses others with clear political problems or consolidated regimes, like Nicaragua, Bolivia, Venezuela, or Guatemala, and it indicates that only 11% of the entrepreneurs it interviewed considered El Salvador as “very attractive” for investing.
On that occasion, representatives of the firm pointed out that in Costa Rica, on the contrary, it is the political and economic conditions that are positioning this country as the best in Central America and even above others like Chile, Colombia, and Peru.
In this sense, it is demonstrated the significant role that institutionality or the rule of law plays in the perception of foreign investors when deciding in which country to do business.
Therefore, and despite that in the first quarter of the year, FDI reached a positive figure of up to $141.9 million, after the negative figures of 2022, S&P notes in its analysis that “FDI in El Salvador will remain among the lowest in the region, with just 0.5% of GDP over the next two years”, a situation that adds to other financial and fiscal problems, including the high debt the country has accumulated concerning GDP, to which it also refers in its analysis.
Standard & Poor’s: La escasa transparencia del gobierno mantiene una baja inversión extranjera
El 2022 fue un mal año para el país en lo que se refiere a los flujos totales de Inversión Extranjera Directa (IED), los cuales, según los datos oficiales del Banco Central de Reserva (BCR), cerraron en números negativos (-$99.1 millones) por primera vez desde 2010.
La IED es importante debido a que sirve como un indicador para medir qué tan atractivo perciben al país los inversionistas en el extranjero, los cuales, pese a que los medios de comunicación oficialistas han publicado constantemente que el país ha mejorado en cuanto a la atracción de inversiones, parecería que aún no logran considerar al país como un destino conveniente en comparación con otros países de la región.
Los motivos detrás de esta falta de atractivo en el país están más vinculados con temas políticos y no necesariamente con los económicos y, según el más reciente análisis sobre la situación del país elaborado por la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s, la situación podría mantenerse así a causa de esas mismas razones.
De acuerdo con S&P, “es probable que la inversión internacional siga siendo baja, en parte, debido a la falta de pesos y contrapesos y a la escasa transparencia del gobierno”, y además añade que esto podría suceder por la “falta de medidas que refuercen la confianza de los inversionistas en la estabilidad de las políticas a largo plazo”.
Esa falta de contrapesos que sirvan para equilibrar las decisiones del gobierno de Nayib Bukele es algo que se consolidó en mayo de 2021, cuando la actual Asamblea Legislativa, ocupada en su mayoría por el oficialismo, se instaló y comenzó a aprobar todo lo solicitado por el mandatario.
De hecho, desde entonces, también se ha hecho común la práctica de decretar bajo información reservada casi todo lo relacionado con los gastos públicos, en una clara aversión a la transparencia, tan necesaria para mantener la confianza en los mercados internacionales.
Esta falta de claridad en el gasto público, y políticas como la implementación del Bitcoin, han provocado incluso un estancamiento en las negociaciones entre el país y el Fondo Monetario Internacional (FMI), del cual necesita un acuerdo de asistencia financiera que le permitiría recuperar la buena imagen a nivel externo.
De hecho, si se analizan los datos publicados por el BCR trimestre a trimestre, puede observarse que la IED comenzó a deteriorarse hacia el tercer trimestre de 2021, luego de que los diputados aprobaron el Bitcoin y destituyeron a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema, un hecho que, incluso, tuvo un impacto negativo en otro indicador como lo es el riesgo país.
Asimismo, en mayo pasado el gobierno también decidió bloquear la publicación del informe que hizo el FMI sobre las finanzas del país, algo que demuestra, nuevamente, la oposición del gobierno a la transparencia en los gastos públicos.
Tras esa situación, el expresidente del BCR, Carlos Acevedo, apuntó en su momento que el bloqueo a la publicación del informe ahuyentaría la inversión extranjera, pues la rendición de cuentas y la transparencia “son puntos clave para el clima de negocios y la atracción de inversionistas al país”.
Debido a esos puntos, la opacidad del gobierno podría pesar más en la percepción de los inversionistas, incluso más que otras iniciativas como las medidas de seguridad que ha implementado el Ejecutivo.
Con respecto a esto último, S&P añade que “la mejora de la percepción de seguridad podría aumentar la movilidad interna y los flujos turísticos, aunque el crecimiento económico seguirá siendo moderado dada la baja confianza de los inversionistas y la desaceleración de la demanda de Estados Unidos”.
El menos atractivo en la región
Por su parte, la opinión de los inversionistas comprueba lo que dice el análisis de la agencia calificadora, pues, según un informe presentado por la firma KPMG, a inicios de junio, El Salvador está entre los países menos atractivos en Latinoamérica para esos grandes inversionistas de grandes empresas.
Según dicho informe, el país solo supera a otros con claros problemas políticos, o con regímenes consolidados, como Nicaragua, Bolivia, Venezuela o Guatemala, y señala que solo un 11% de los empresarios que entrevistó consideraron a El Salvador como “muy atractivo” para invertir.
En esa ocasión, los representantes de esa firma señalaron que en Costa Rica, por el contrario, son las condiciones políticas y económicas las que está posicionando a ese país como el mejor en Centroamérica, e incluso por encima de otros como Chile, Colombia y Perú.
En este sentido, queda demostrado el gran papel que juegan la institucionalidad o el Estado de Derecho en la percepción que tienen los inversionistas extranjeros a la hora de decidir en qué país hacer negocios.
Por ello, y pese a que en el primer trimestre del año la IED alcanzó una cifra positiva de hasta $141.9 millones, luego de las cifras negativas del 2022, S&P señala en su análisis que “la IED en El Salvador se mantendrá entre las más bajas de la región, con apenas un 0.5% del PIB durante los próximos dos años”, una situación que se suma a otros problemas financieros y fiscales, incluido el alto endeudamiento que acumula el país con respecto al PIB, a los que también hace referencia en su análisis.