Juan Carlos Torres, director of the Master in Policies for the Prevention of Juvenile Violence and Culture of Peace at Don Bosco University, explains that when analyzing these data from the approach of coexistence and culture of peace, they demonstrate the inequalities, corruption, the weakness of justice institutions and the ineffectiveness which security has been managed in the country.
For his part, Abraham Ábrego, director of the Strategic Litigation Program at Cristosal, considers that the percentage of incarcerated adult population generates a critical situation in the penitentiary system, derived from the massive detentions carried out since the beginning of the exception regime.
“It is not healthy in general terms for the penitentiary system, which should serve to re-socialize people who are convicted and allow their reinsertion into society”, he assures.
Henri Fino, director of the Foundation of Studies for the Application of Law, Fespad, adds that it has reached this point because the State does not have a criminal policy.
“In Fespad have insisted that the criminal policy must contain prevention, repression and reinsertion; we reached that 2% because of the absence of prevention. It is serious, nowhere in the world, no country has such a high detention rate,” he points out.
Torres emphasizes that there has also been no work on healing and reconciliation processes.
Dos de cada 100 salvadoreños adultos están en prisión
Juan Carlos Torres, director de la Maestría en Políticas para la Prevención de Violencia Juvenil y Cultura de Paz de la Universidad Don Bosco, explica que al analizar estos datos desde la aproximación de la convivencia y la cultura de paz, estos demuestran las desigualdades, la corrupción, la debilidad de las instituciones de justicia y la poca efectividad con que se ha manejado la seguridad en el país.
Por su parte, Abraham Ábrego, director del Programa de Litigio Estratégico en Cristosal, considera que el porcentaje de población adulta encarcelada genera una situación crítica en el sistema penitenciario, derivada de las detenciones masivas realizadas desde que inició el régimen de excepción.
“No es saludable en términos generales para el sistema penitenciario, el cual debería servir para resocializar a las personas que se encuentran condenadas y permitir su reinserción a la sociedad”, asegura.
Henri Fino, director de la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho, Fespad, agrega que se ha llegado a ese punto porque el Estado no tiene una política criminal.
“Hemos insistido en Fespad que la política criminal debe contener prevención, represión y reinserción; llegamos a ese 2% por la ausencia de la prevención. Es grave, en ningúna parte del mundo, ningún país tiene tan alta tasa de detención”, señala.
Torres enfatiza que tampoco se ha trabajado en procesos de sanación y reconciliación.