The Fleeting Crypto Spring of El Salvador — La fugaz primavera cripto de El Salvador

Apr 1, 2023

Why has the crypto spring been so fleeting? First and foremost, the Salvadoran crypto market has been a financial bubble subsidized by state resources from the outset. — ¿Por qué ha sido tan fugaz la primavera cripto? En primer lugar, porque el mercado cripto salvadoreño ha sido desde el principio una burbuja financiera subsidiada por recursos estatales.

Like all of President Nayib Bukele’s revolutions, the crypto spring, which began in September 2021 with the adoption of Bitcoin as a legal tender, was short-lived. Beyond the asset’s sharp decline in value, a group of crypto investors have packed their bags and left El Salvador—or are considering doing so—likely disappointed that the spoils have been monopolized by Americans Stacey Herbert and Max Keiser, who have held pseudo-diplomatic status in the country since November 2022.

In late 2021 and early 2022, dozens of crypto investors arrived on the shores of El Salvador in hopes of finding El Dorado, the fictional city built of gold, as conceived by the Spanish colonizers. In November 2021, interviewed by Herbert herself, Sam Bankman-Fried, CEO and founder of FTX (who was a crypto magnate until his bankruptcy), attended the Latin American Bitcoin and Blockchain Conference held in El Salvador via video call and expressed excitement about the country’s adoption of Bitcoin. Four months later, in March 2022, Chanpeng Zhao (known in the crypto world simply as CZ), a magnate of Binance, the world’s largest crypto exchange company, met with Bukele at the Presidential House and predicted that the country would emerge as a “regional powerhouse.”

One year later, little remains of that spring that lasted around nine months. Bankman-Fried is under house arrest in the United States for fraud, and CZ and his company, Binance, have been accused by the US government of violating that country’s laws in the trading of cryptocurrencies. The crypto world is going through a deep crisis.

In the early days of adoption, some of these crypto evangelists arrived, perhaps not only attracted by the promise of profiting from adoption but also hoping to influence Bukele’s actions and, above all directly, to take advantage of the generous Bitcoin trust with which the government commits to exchange their counterfeit coins for real dollars.

In May 2022, the crypto company Astro Babies settled in El Salvador and did not hide its ambitious plans to grow in the promised land of cryptocurrencies. On its YouTube account, Astro Babies pledged to turn a house in the suburbs of El Salvador into a crypto casino. The company, specializing in NFTs (electronic tokens), which promoted using the Solana cryptocurrency, claimed it would install the first crypto casino in El Salvador. Not only would it be a virtual casino like many others, but it would also have a physical location in El Salvador so that cryptocurrency enthusiasts could meet and gamble in person. The company was ready to sign an agreement with the Ministry of Finance to launch a token that would help the government collect money in June 2022; a week later, representatives announced that they would pause the plan.

Less than a year later, Astro Babies decided to leave El Salvador. In an email, Astro Babies assured me that its business would operate outside the country and that it would operate a virtual casino. Still, it would not be authorized to operate from El Salvador. Similarly, the so-called Bitcoin House, run by the company Paxful, abandoned its goal of “educating” Salvadorans on the use of cryptocurrency and decided to leave the country in January 2023.

Why has the crypto spring been so fleeting? First and foremost, the Salvadoran crypto market has been a financial bubble subsidized by state resources from the outset. The government inflated this bubble through the Chivo electronic wallet and with alleged Bitcoin purchases using public money. After these efforts drained the public coffers, Bukele’s administration closed the financial tap and focused on its relationship with Bitfinex and keeping Chivo alive. Bitfinex has an enormous influence on Bukele through Keiser and Herbert.

For those who were lured by the siren songs of Bukele, Keiser, and Herbert are insurmountable obstacles to accessing the coveted state resources. In conversations with sources close to the matter, a common complaint emerges: the possibility of entering the “crypto ecosystem” is hindered by Keiser and Herbert, the Bitfinex investors. The couple has enough power to suggest to the president whom to open or close the door to the crypto dimension.

With Bitfinex’s hegemony, those who ventured to the Salvadoran shores with the promise of quick money and influence were left out of the bubble. Also included are those who have tried to compete against Chivo, which remains a state experiment with many problems. When the bubble burst, the stark reality of the Salvadoran economy emerged: a country that grows the least in Central America, an economy dependent on remittances, a nation that attracts less foreign investment than Nicaragua, and a country with difficulties in creating a crypto mining industry. A year and a half after the beginning of the crypto spring, El Salvador remains the same poor and precarious nation that Bukele has tried to hide with the state of exception and crude propaganda.

El Faro: https://elfaro.net/es/202303/columnas/26792/La-fugaz-primavera-cripto-de-El-Salvador.htm

La fugaz primavera cripto de El Salvador

Como todas las revoluciones del presidente Nayib Bukele, la primavera cripto, iniciada en septiembre de 2021 con la adopción del Bitcoin como moneda de curso legal, fue fugaz. Más allá de la caída estrepitosa del valor del activo, un grupo de criptoinversores han armado sus maletas y se han largado de El Salvador –o se plantean hacerlo– probablemente ante la decepción de que el botín lo han acaparado los estadounidenses Stacey Herbert y Max Keiser, quienes desde noviembre de 2022 cuentan con estatus de seudo diplomáticos salvadoreños.

A finales de 2021 y principios de 2022, decenas de criptoinversores llegaron a las costas de El Salvador con la esperanza de encontrar El Dorado, esa ciudad imaginada por los colonizadores españoles que, se creía, estaba construida en oro. En noviembre de 2021, y entrevistado por las mismísima Herbert, Sam Bankman-Fried, CEO y fundador de FTX (quien fue hasta su bancarrota un magnate cripto), asistió vía videollamada a la Conferencia Latinoamericana de Bitcoin y Blockchain celebrada en El Salvador y dijo sentirse emocionado por la adopción del Bitcoin en el país. Cuatros meses más tarde, en marzo de 2022, Chanpeng Zhao (conocido en el argot cripto simplemente como CZ), magnate de Binance, la compañía más grande del mundo en intercambio cripto, se reunió con Bukele en Casa Presidencial y predijo que el país emergería como “una potencia regional”.

Un año después, de esa primavera que duró alrededor de nueve meses, queda muy poco. Bankman-Fried tiene arresto domiciliar por fraude en Estados Unidos, y CZ y su empresa, Binance, han sido acusados por el gobierno de Estados Unidos de violar la ley de ese país en el comercio de criptomonedas. El mundo cripto atraviesa una profunda crisis. 

En esa algarabía de los primeros días de la adopción, algunos de estos criptoevangelistas llegaron, tal vez, no solo atraídos por la promesa de beneficiarse de la adopción, sino con la esperanza de influir directamente en las acciones de Bukele y, sobre todo, de utilizar el generoso fideicomiso Bitcoin con el que el Gobierno se compromete a cambiarles monedas apócrifas por dólares de verdad.

En mayo de 2022, la empresa cripto Astro Babies se asentaba en El Salvador y no escondía sus ambiciosos planes para crecer en la tierra prometida de las criptomonedas. En su cuenta de YouTube, Astro Babies prometía convertir una casa en los suburbios de El Salvador en un casino cripto. La empresa especializada en NFT (un token electrónico), que promovía el uso de la criptomoneda Solana, aseguraba que instalaría en El Salvador el primer casino cripto. No solo sería un casino virtual como los muchos que existen, sino que tendría una sede física en El Salvador, para que los entusiastas de las criptomonedas pudieran reunirse y apostar en persona. La empresa estaba lista para firmar un acuerdo con el Ministerio de Hacienda para lanzar un token que le ayudaría al Gobierno de recolectar dinero en junio de 2022, pero una semana más tarde los representantes anunciaron que pondrían en pausa el plan.

A menos de un año de ese suceso, Astro Babies decidió dejar El Salvador. Por medio de un correo electrónico, la empresa Astro Babies me aseguró que sus negocios funcionaban fuera del país y que operarán un casino virtual, pero que este no estará autorizado a funcionar desde El Salvador. Similar ocurrió con la denominada Casa del Bitcoin, manejada por la empresa Paxful, que en enero de 2023 desistió de su objetivo de “educar” a los salvadoreños en el uso de la criptomoneda y decidió abandonar el país.

¿Por qué ha sido tan fugaz la primavera cripto? En primer lugar, porque el mercado cripto salvadoreño ha sido desde el principio una burbuja financiera subsidiada por recursos estatales. El Gobierno infló esta burbuja a través de la billetera electrónica Chivo y con las supuestas compras de Bitcoin usando dinero público. Tras esos esfuerzos que drenaron las arcas públicas, la administración de Bukele aparentemente cerró el grifo financiero y se centró en su relación con Bitfinex y en mantener con vida a Chivo. Bitfinex tiene una gigantesca influencia en Bukele a través de Keiser y Herbert.

Para los que fueron atraídos por los cantos de sirena de Bukele, Keiser y Herbert son obstáculos infranqueables para acceder a los recursos estatales que son los más apetecidos. En conversaciones con fuentes cercanas al tema se desliza una queja en común: la posibilidad de entrar al “ecosistema” cripto se topa con Keiser y Herbert, los inversionistas de Bitfinex. Los esposos tienen el poder suficiente para sugerirle al presidente a quién abrirle o no la puerta a la dimensión cripto.

Con la hegemonía de Bitfinex quedaron fuera de la burbuja los que se aventuraron a las costas salvadoreña con la promesa de dinero rápido e influencia. También han quedado fuera los que han tratado de competir contra Chivo, que sigue siendo un experimento estatal con muchos problemas. Cuando la burbuja reventó, la profunda realidad de la economía salvadoreña emergió: un país que es el que crece menos en Centroamérica, una economía que depende de las remesas, una nación que atrae menos inversión extranjera que Nicaragua y una país con dificultades para crear una industria de la minería cripto. A un año y medio del inicio de la primavera cripto, El Salvador sigue siendo la misma nación pobre y precaria que Bukele ha intentado ocultar con el régimen de excepción y burda propaganda.

El Faro: https://elfaro.net/es/202303/columnas/26792/La-fugaz-primavera-cripto-de-El-Salvador.htm