In May 2016, the Legislative Assembly approved the inclusion of Article 291-A in the Electoral Code, which establishes the prohibition of modifying the rules governing the electoral process one year before elections are held. The reason is apparent: the ban ensured that once an electoral process had begun, there would be no changes in the game’s rules. For example, for the elections to be held in 2024, according to the calendar prepared by the Supreme Electoral Tribunal, the process began on December 2, 2022. On February 3 of this year, the Tribunal called on political parties to hold internal elections to choose their candidates. If any changes were to be implemented, they would have had to be approved before February 3 of this year.
Article 291-A was not a whim, nor did it obey an under-the-table arrangement with dark purposes, as some Nuevas Ideas deputies have claimed; it was a multi-party proposal to ensure greater legal certainty in electoral matters. At the time, experts in the field positively assessed the inclusion of this prohibition, particularly after several experiences in which electoral rules were changed close to election dates, generating not a few difficulties for the work of the Supreme Electoral Tribunal as the organizing body and guarantor of the integrity of electoral processes, as well as doubts and confusion among citizens.
With its decision to eliminate Article 291-A, the ruling party has opened the door for electoral rules to be modified at any time. Thus, citizens, political parties, and the Supreme Electoral Tribunal are at the mercy of the decisions that the Nuevas Ideas bench and its allies make regarding electoral regulations, making any changes without considering minimum deadlines and disregarding the need for rules to be clear from the beginning.
The ruling party claims that Article 291-A violated the right to vote for more than six million Salvadoran citizens. In what sense, only they know. It seems more likely that the elimination of the prohibition aims to entangle the upcoming elections and favor a particular political actor. The special law for exercising the right to vote abroad has already raised many doubts in this regard. It could even be considered unconstitutional for not requiring that voters abroad be registered in the electoral roll or that their vote be supervised by political parties, as established by the Constitution.
On the other hand, whether due to a gross error or with bad intention, Decree 686, published in the Official Gazette on March 15, repealed a non-existent article, as it refers to Article 291-A of Decree 413 approved in 2013, which does not include that article. Decree 391 of 2016 introduced Article 291-A into the Electoral Code. Thanks to this mess, legislators had the opportunity to rectify their decision and maintain the article that prevented changes that could affect both the development of the electoral process and the integrity of the elections. It will now depend on the Bukele administration’s and its legislators’ simple will to ensure that the upcoming elections are free, transparent, and fair; that is, it will depend on officials whom neither respect nor value democracy to make the 2024 elections democratic.
UCA: https://noticias.uca.edu.sv/editoriales/elecciones-2024-sin-reglas-claras
Elecciones 2024: sin reglas claras
En mayo de 2016, la Asamblea Legislativa aprobó incluir en el Código Electoral el artículo 291-A, que establece la prohibición de modificar un año antes de celebrarse comicios las reglas que rigen el proceso electoral. La razón cae por su peso: la prohibición garantizaba que una vez iniciado un proceso electoral no hubiera cambios en las reglas de juego. Por ejemplo, para las elecciones a celebrarse en 2024, según el calendario elaborado por el Tribunal Supremo Electoral, el proceso inició el 2 de diciembre de 2022 y el 3 de febrero de este año el Tribunal convocó a los partidos políticos a que realicen elecciones internas para elegir a sus candidatos. De haberse implementado cambios, estos tuvieron que haberse aprobado antes del 3 de febrero de este año.
El artículo 291-A no fue un capricho ni obedeció a un arreglo bajo la mesa con fines oscuros, como han afirmado algunos diputados de Nuevas Ideas; fue una propuesta multipartidaria con el fin de garantizar una mayor seguridad jurídica en materia electoral. En su momento, los expertos en la materia valoraron positivamente que se incluyera esta prohibición, en particular después de varias experiencias en las que se cambiaron reglas electorales en fechas cercanas a comicios, lo cual generó no pocas dificultades al trabajo del Tribunal Supremo Electoral como ente organizador y garante de la integridad de los procesos electorales, y dudas y confusión entre la ciudadanía.
Con su decisión de eliminar el artículo 291-A, el oficialismo ha abierto las puertas a que se modifiquen en cualquier momento las reglas que rigen el proceso electoral. Así, tanto la ciudadanía como los partidos políticos y el Tribunal Supremo Electoral quedan a merced de las decisiones que la bancada de Nuevas Ideas y sus aliados tomen en materia de normativa electoral, pudiendo hacer cualquier cambio sin considerar plazos mínimos y prescindiendo de la necesidad de que las normas estén claras desde el inicio.
El oficialismo asegura que el artículo 291-A vulneraba el derecho al voto de los más de seis millones de ciudadanos salvadoreños. En qué sentido, solo ellos lo saben. Más bien cabe pensar que la eliminación de la prohibición tiene como objetivo enmarañar las próximas elecciones y favorecer a un determinado actor político. Ya la ley especial para ejercer el derecho al sufragio en el extranjero ha generado muchas dudas en ese sentido, e incluso podría ser considerada inconstitucional al no exigir que los votantes en el exterior estén inscritos en el registro electoral ni que su voto sea supervisado por los partidos políticos, tal como lo establece la Constitución.
Por otra parte, ya sea por un craso error o con mala intención, el decreto 686, publicado en el Diario Oficial el 15 de marzo, derogó un artículo inexistente, pues hace referencia al artículo 291-A del decreto 413 aprobado en 2013, el cual no contempla ese artículo. Fue el decreto 391 del año 2016 el que introdujo el artículo 291-A en el Código Electoral. Gracias a ese desaguisado los legisladores tuvieron la oportunidad de rectificar su decisión y mantener el artículo que impedía hacer cambios que pudieran afectar tanto el desarrollo del proceso electoral como la integridad misma de las elecciones. Ahora dependerá de la simple voluntad de la administración Bukele y sus legisladores que las próximas elecciones sean libres, transparentes y justas; es decir, dependerá de funcionarios que no respetan ni valoran la democracia hacer que las elecciones de 2024 sean democráticas.
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