AMLO’s defense of the peace accords in El Salvador is a response to Bukele’s trampling on them. At the end of 2021, he called them a sham and said that an agreement between corrupt actors would no longer be commemorated. According to Geoff Thale of the Washington Office on Latin America (WOLA), by rejecting the peace accords, President Bukele denies the failures of his predecessors and the institutional basis of Salvadoran democracy.
Bukele is imprisoning political and social leaders who oppose his authoritarian projects as a sign of his contempt for the peace accords. As I wrote recently, the arrest on January 11 of this year of five environmental defenders fighting against the return of destructive metal mining to the country has highlighted his desperation after his failed venture into the bitcoin cryptocurrency. It is feared that he will seek to reverse the mining ban in El Salvador that in 2017 shocked the rapacious global extractive industry. We at the Institute for Policy Studies assert that the government’s decision to arrest the five environmentalists while blocking the pursuit of justice in cases such as the El Mozote massacre raises questions about whether the real motivation is to try to silence these water defenders.
The detained environmentalists were FMLN combatants during the civil war. They are accused, without evidence, of murder, illegal deprivation of liberty, and illicit association of a member of the FMLN in 1981, 33 years ago. The only evidence is the testimony of a secret witness who cannot be interrogated in the trial.
But, although Bukele does not like it, the amnesty of the 1992 General Reconciliation Law is entirely in force. Mexico and other international community members should be interested in protecting the commitments made in the 1992 peace agreement. This was negotiated under the auspices of the Secretary General of the United Nations and was signed by representatives of the government of El Salvador and the FMLN insurgency and by the Secretary General of the United Nations in Mexico on January 16, 1992. The governments of Mexico, Spain, Colombia, and Venezuela acted as friends of the Secretary-General in the peace process.
As Salvadoran lawyer Luis Parada says, if El Salvador’s attorney general and the Bukele administration insist on continuing this illegal persecution of the five water defenders, they will violate a central government commitment in the 1992 peace agreement that ended the Salvadoran civil war. For a future government to break a significant part of an international peace agreement 31 years later for political purposes would set a bad precedent for global peace.
Mexico, and any country interested in preserving a rules-based international order, should send a message to the Nayib Bukele government urging it to withdraw the request for preliminary detention of the defendants so they can be sent home and request the dropping of all charges, per the 1992 National Reconciliation Act.
Ross Wells, of the Washington Ethical Society’s El Salvador community program, says in a letter to the Washington Post (in response to Leon Krauze’s article, the scale of El Salvador’s new prison is difficult to comprehend) that “President Bukele’s mass incarcerations have a dark side. The ‘state of exception’ is also used to persecute his political opponents and consolidate his dictatorship. The arrests are just the latest authoritarian measures, starting with Bukele sending troops to the National Assembly to bend legislators to his will. He packed the courts with his allies, who ruled that presidents can serve more than one term. Bukele’s ‘state of emergency’ is a cover-up for a dictatorship. It is time for the U.S. government to speak out.”
It is also urgent that the Mexican government speaks out and conditions loans and support for projects in El Salvador with full respect for the peace accords, starting with the immediate release of the five water defenders.
Congratulations to the Association for Social Economic Development (ADES) of El Salvador – of which Mr. Antonio Pacheco, one of the five political prisoners, is executive director – for his 30 years of struggle and leadership in the prohibition of metallic mining.
Manuel Pérez Rocha L.
Researcher of the Global Economy Program of the Institute for Policy Studies, www.ips-dc.org
La Jornada: https://www.jornada.com.mx/2023/03/13/opinion/019a2pol
México debe ayudar a defender los acuerdos de paz en El Salvador
La defensa de AMLO de los acuerdos de paz en El Salvador es una respuesta a que Bukele los hubiera pisoteado. A finales de 2021 los calificó como una farsa y dijo que ya no se conmemoraría un acuerdo entre actores corruptos. De acuerdo con Geoff Thale, de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA ), al rechazar los acuerdos de paz, el presidente Bukele no sólo está rechazando los fracasos de sus predecesores, sino también la base institucional de la democracia salvadoreña.
Como muestra de su desprecio a los acuerdos de paz, Bukele está apresando a líderes políticos y sociales que se oponen a sus autoritarios proyectos. Como escribí recientemente, la detención el 11 de enero de este año de cinco defensores ambientales en lucha contra el regreso de la destructiva minería metálica al país ha puesto en evidencia su desesperación después de su fracasada aventura en la criptomoneda bitcóin. Se teme que busque revertir la prohibición a la minería en El Salvador que en 2017 conmocionó a la rapaz industria extractiva global. En el Institute for Policy Studies afirmamos que la decisión del gobierno de arrestar a los cinco ambientalistas mientras bloquea la búsqueda de justicia en casos como la masacre de El Mozote plantea interrogantes sobre si la verdadera motivación es intentar silenciar a estos defensores del agua.
Los ambientalistas detenidos fueron combatientes del FMLN durante la guerra civil. Se les imputa, sin evidencia, asesinato, privación ilegal de libertad y asociación ilícita de una persona del mismo FMLN en 1981, es decir, hace 33 años. La única prueba es la declaración de un testigo secreto que, al parecer, no podrá ser interrogado en el juicio.
Pero, aunque no guste a Bukele, la amnistía de la Ley de Reconciliación General de 1992 está plenamente en vigor. México y demás miembros de la comunidad internacional, deben tener interés en proteger los compromisos adquiridos en el acuerdo de paz de 1992. Éste se negoció bajo los auspicios del secretario general de Naciones Unidas y fue firmado por representantes del gobierno de El Salvador y de la insurgencia del FMLN, y por el secretario general de Naciones Unidas en México el 16 de enero de 1992. Los gobiernos de México, España, Colombia y Venezuela actuaron como amigos del secretario general en el proceso de paz.
Como dice el abogado salvadoreño Luis Parada, si el fiscal general de El Salvador y la administración de Bukele insisten en continuar con esta persecución ilegal de los cinco defensores del agua, estarán violando claramente un compromiso central del gobierno en el acuerdo de paz de 1992 que puso fin a la guerra civil salvadoreña. Que un futuro gobierno viole una parte central de un acuerdo de paz internacional 31 años después con fines políticos sentaría un mal precedente para la paz internacional.
México y todo país interesado en preservar un orden internacional basado en normas, deberían enviar un mensaje al gobierno de Nayib Bukele instándole a retirar la solicitud de detención preliminar de los acusados para que puedan ser enviados a casa, y solicitar el retiro de todos los cargos, de conformidad con la Ley de Reconciliación Nacional de 1992.
Ross Wells, del programa comunitario para El Salvador de la Washington Ethical Society, dice en carta enviada al Washington Post (en respuesta al artículo de León Krauze la escala de la nueva prisión de El Salvador es difícil de comprender) que “los encarcelamientos masivos del presidente Bukele tienen un lado oscuro. El ‘estado de excepción’ también se utiliza para perseguir a sus oponentes políticos y consolidar su dictadura. Las detenciones son sólo las últimas medidas autoritarias, empezando por el envío por Bukele de tropas a la Asamblea Nacional para doblegar a los legisladores a su voluntad. Llenó a los tribunales con sus aliados, que luego dictaminaron que los presidentes pueden ejercer más de un mandato. El ‘estado de emergencia’ de Bukele es el encubrimiento de una dictadura. Es hora de que el gobierno de Estados Unidos se pronuncie”.
Es también urgente que el gobierno de México se pronuncie y condicione préstamos y apoyos a proyectos en El Salvador, al total respeto de los acuerdos de paz, empezando por la inmediata liberación de los cinco defensores del agua.
Felicidades a la Asociación de Desarrollo Económico Social (ADES) de El Salvador –de la cual don Antonio Pacheco, uno de los cinco presos políticos, es director ejecutivo–, por sus 30 años de lucha y liderazgo en la prohibición de la minería metálica.
Manuel Pérez Rocha L.
Investigador del Programa sobre la Economía Global del Institute for Policy Studies, www.ips-dc.org
La Jornada: https://www.jornada.com.mx/2023/03/13/opinion/019a2pol