The Salvadoran state allows acts of torture during the regime of exception, according to the analysis made yesterday by several social organizations in the forum “Experiences of work in the prevention of torture in Mexico, Honduras, Nicaragua, and El Salvador.”
Although, for now, there are only denunciations and no concrete investigations that conclude that acts of torture have taken place, experts who participated in the forum consider that the actions taken since the regime was established give way to assess the violation of the Convention against Torture and Other Cruel, Inhuman or Degrading Treatment or Punishment, of which El Salvador is a signatory.
According to Leonor Arteaga, program director of the Due Process of Law Foundation (DPLF), torture can be considered a crime against humanity and judged as such when it is not an isolated act but on a large scale. In addition, it must be planned, systematic, or present a specific pattern; it must also be carried out against the civilian population. Finally, the state must be aware that this practice is occurring but does nothing to stop it.
In the forum, reference was made to the more than 57,000 captures already reported by the authorities under the regime and the deaths of at least 90 detainees inside penal centers, for which the government has not pronounced itself.
Evalúan posible escenario de actos de tortura en El Salvador
El estado salvadoreño permite actos de tortura durante el régimen de excepción, según el análisis que realizaron ayer diversas organizaciones sociales en el foro “Experiencias de trabajo en prevención de la tortura en México, Honduras, Nicaragua y El Salvador”.
Aunque por ahora solo hay denuncias y no investigaciones concretas que concluyan que se han dado actos de tortura, expertos que participaron en el foro consideran que las acciones tomadas desde que se instauró el régimen dan paso a considerar la vulneración de la Convención contra la Tortura, Otros tratos o Penas crueles, Inhumanos o Degradantes, de la cual El Salvador es firmante.
Según Leonor Arteaga, directora de programa de la Fundación para el Debido Proceso (DPLF, por sus siglas en inglés), un acto de tortura puede ser considerado delito de lesa humanidad y juzgado como tal cuando no se trata de un hecho aislado, sino que se hace a gran escala. Además, debe ser planificado, sistemático o que presente un patrón específico; también debe realizarse contra la población civil y finalmente el estado debe tener conocimiento que esta práctica se da, pero no hace nada por detenerlo.
En el foro se hizo referencia a las más de 57,000 capturas que ya reportaron las autoridades en el marco del régimen y las muertes de al menos 90 de los detenidos en el interior de centros penales, por los cuales el gobierno no se ha pronunciado.