Sonia Sanchez, 49 years old, has been a street vendor selling newspapers in the Historic Center of San Salvador for some time. Yesterday, Sunday, without having planned it, she joined a protest against the regime of exception in which she also complained to the Archbishop of San Salvador for not accompanying the complaints of the families of the arbitrarily detained.
The “sit-in” in front of the Cathedral was organized by the Movement of Victims of the Emergency Regime (Movir). They demanded the immediate release of the innocent people deprived of their freedom and a more belligerent position from the archbishop.
The slogans, denunciations, and petitions of the Movir encouraged Sonia, who dared to interrupt the speech of one of the participants to ask for the floor and tell her testimony. The words turned into sobs, and in an instant, an uncontainable cry drowned her pleas: “I just want to see and embrace my son,” she lamented. It turns out that the family of Sonia Sanchez, the newspaper seller of the Historical Center, is one of more than three thousand who denounce human rights violations.
Her only son, William Martínez, 22 years old, was taken by agents of the National Civil Police (PNC) from his home, located in the Montreal neighborhood, Mejicanos, on June 25. “He was unjustly captured,” he says. William is accused of belonging to gangs, but according to Sonia, he worked for an electricity company. Upon learning of his capture, she assures that his bosses immediately issued a work certificate.
“Today, my son has been locked up for three months. Supposedly he is in the Izalco prison, but no one can guarantee that he is well and that he will receive the package, another expense we have. As a mother, I have not abandoned him. If only I could see him and hug him for five minutes. I ask the authorities to comply with the Nacer con Cariño Law: my granddaughter has just turned one year old and has not seen her father for three months. There is no sense in this law. Furthermore, I ask that they give importance to the documents we presented, that they investigate and free innocent people; that they not be judged for living in besieged areas”, she said.
During the event, the members of Movir denounced the human rights abuses that have occurred during the regime, which has been in place for more than five months. The organizers also demanded the Catholic Church and the Archbishop of San Salvador, Monsignor José Luis Escobar Alas, to make a strong statement.
Sonia pide justicia
Sonia Sánchez, de 49 años, es una canillita que desde hace un tiempo llega a vender periódicos al Centro Histórico de San Salvador. Ayer domingo, sin haberlo planeado, se sumó a una protesta contra el régimen de excepción en la que también se reclamó al arzobispo de San Salvador por no acompañar las denunicas de las familias de los detenidos de manera arbitraria.
El “plantón” frente a Catedral fue organizado por el Movimiento de víctimas del régimen de excepción (Movir), quienes exigían la liberación inmediata para las personas inocentes privadas de libertad, y una postura más beligerante del arzobispo.
Las consignas, las denuncias y peticiones del Movir animaron a Sonia, que se atrevió a interrumpir el discurso de uno de los participantes para pedir la palabra y contar su testimonio. Las palabras se convirtieron en sollozos, y en un instante, un llanto incontenible ahogó sus suplicas: “Yo solo quiero ver y abrazar a mi hijo”, lamentó. Resulta que la familia de Sonia Sánchez, la canillita del Centro Histórico, es una de las más de tres mil que denuncian violaciones a derechos humanos.
Su único hijo varón, William Martínez, de 22 años, fue sacado por agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) de su vivienda, ubicada en la colonia Montreal, Mejicanos, el pasado 25 de junio. “Fue capturado injustamente”, dice. A William lo acusan de pertenecer a pandillas, pero según Sonia él trabajaba en una empresa de electricidad. Ella asegura que sus jefes, al darse cuenta de su captura, inmediatamente extendieron una constancia de trabajo.
“Hoy cumple tres meses mi hijo de estar encerrado. Supuestamente está en el penal de Izalco, pero nadie nos garantiza que está bien y que le pasan el paquete, otro gasto que tenemos encima. Como mamá no lo he abandonado. Si tan solo lo pudiera ver y abrazar cinco minutos. Pido las autoridades que le den cumplimiento a la Ley Nacer con Cariño: mi nieta acaba de cumplir un año, y ya tiene tres meses de no ver a su papá. No tiene sentido esa Ley. Además, pido que le den importancia a los documentos que presentamos, que investiguen y liberen a la gente inocente; que no sean juzgados por vivir en zonas asediadas”, dijo.
Durante el acto, los integrantes de Movir denunciaron el atropello a los derechos humanos que ha ocurrido durante durante el régimen, que supera los cinco meses. Los organizadores también exigieron a la Iglesia católica y al arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, que se pronuncie con contundencia.