Inhabitants of La Campanera neighborhood, in Soyapango, describe the exception regime as good. They claim to be calmer because they no longer observe the “guys” who stood guard outside every passage, observing every movement happening in the place.
But there is a reality that still remains and that is extortion. Merchants assure that gangs have managed to continue extorting, even in the presence of police and soldiers. They still have to pay “on time”, week after week, and in other cases, extortion is simply on pause.
On the other hand, a woman who has lived in Valle del Sol neighborhood, Apopa, since 1994, comments that her peace of mind is affected since her son, who is young and is afraid that police or soldiers might capture him by confusing him with a gang member.
Lo bueno, malo y feo del régimen de excepción en las comunidades
Habitantes del Reparto Las Campaneras, en Soyapango, califican como bueno el régimen de excepción. Aseguran estar con más tranquilidad porque ya no observan a los “muchachos” que se mantenían como vigilantes afuera de los pasajes, observando cada movimiento que pasaba en el lugar.
Pero hay una realidad que todavía se mantiene y es la extorsión. Los comerciantes aseguran que la pandilla se las ha ingeniado para seguir cobrando, incluso ante la presencia de policías y soldados tienen que pagar “puntual”, semana tras semana, y en otros casos simplemente está en pausa.
Por otro lado, una mujer que ha vivido desde 1994 en la colonia Valle de Sol, en Apopa comenta que su tranquilidad se ve afectada por su hijo, que es joven y tiene temor que la policía o los soldados puedan capturarlo al confundirlo.