There are not many of them, but they have made noise. A group of Salvadorans living in the United States has circulated a truck with an electronic dashboard that displays slogans against Nayib Bukele, the president of the country they left to come and look for life in the north. On Tuesday, June 7, a day after the inauguration of the IX Summit of the Americas, Salvadorans and their truck stood in front of the convention center where the continental meeting is held to rebuke Bukele.
The Salvadoran president is not at the summit, although the State Department in Washington did invite him; his Minister of Foreign Affairs represents him. Alejandro Giammattei, the president of neighboring Guatemala, also did not arrive in Los Angeles. The relationship of these two Central Americans with Joe Biden’s Washington has been tumultuous.
In the cases of Guatemala and El Salvador, the matter does not necessarily have to do with ideological disagreements but with the accusations that U.S. justice and diplomacy have made to Bukele and his officials for agreeing on governance with the Barrio 18 and MS13 gangs and for trying to silence the journalists who have exposed that pact, and Giammattei for sponsoring an attorney general whom Washington considers corrupt and undemocratic and who has been the spearhead of political persecution that has sent into exile several Guatemalan justice operators who live today in the American capital.
El Salvador, Guatemala y Honduras, los otros ausentes en la Cumbre de Los Ángeles
No son muchos, pero han hecho ruido. Un grupo de salvadoreños residentes en Estados Unidos han hecho circular en camión con un tablero electrónico que despliega consignas en contra de Nayib Bukele, el presidente del país que dejaron para venir a buscarse la vida en el norte. El martes 7 de junio, un día después de la inauguración de la IX Cumbre de las Américas, los salvadoreños y su camión se plantaron frente al centro de convenciones en que se realiza la reunión continental para increpar a Bukele.
El presidente salvadoreño no está en la cumbre, aunque el Departamento de Estado en Washington sí lo invitó; lo representa su ministra de Relaciones Exteriores. Tampoco llegó a Los Ángeles Alejandro Giammattei, el presidente de la vecina Guatemala. La relación de estos dos centroamericanos con el Washington de Joe Biden ha sido, por decir lo menos, tumultuosa.
En los casos de Guatemala y El Salvador, el asunto no tiene que ver necesariamente con desavenencias ideológicas, sino con los señalamientos que la justicia y diplomacia estadounidenses han hecho a Bukele y sus funcionarios por pactar gobernabilidad con las pandillas Barrio 18 y MS13 y por intentar silenciar a los periodistas que han expuesto ese pacto, y a Giammattei por apadrinar a una fiscal general a la que Washington considera corrupta y antidemocrática y quien ha sido la punta de lanza de una persecución política que ha enviado al exilio a varios operadores de justicia guatemaltecos que hoy viven en la capital estadounidense.